Cuando uno se detiene y ve un árbol y toda la maravilla que representa, puede ver mucho más.
Yo, muchas veces lo veo como el árbol del amor, donde cada rama es una parte diferente.
Tenemos el afecto, que es lo que sentimos por los seres más cercanos.
El cariño, por lo que nos pasa en la vida junto a personas.
La amistad, una de las grandes ramas de este árbol.
El romance, lo que se vive cuando uno disfruta cada minuto al lado de su pareja.
La adoración, eso que hace dar todo por quién lo merece y lo hacemos de corazón.
Y en algunos momentos de la vida, aparecen ramitas que con el tiempo desaparecen y otras que cuesta sacarlas, pero es deber, ya que queremos que ese árbol siga creciendo bien.
El odio, el rencor, la angustia, la tristeza, la desesperanza.
Todas esas ramas hay que cortarlas.
Junto a la fe y a la fuerza de cada uno, poniendo su gota de agua, seguiremos viendo un hermoso árbol.
La sensibilidad, la sencillez, la sinceridad, son otras ramas que suelen crecer pero cuesta reconocerlas.
Hay mucho en un árbol que nos puede dar alegría.
Seamos como él y pensemos en que podemos crecer siendo felices.
Entre los sueños o ideales del ser humano están, tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol.
A la vez, podemos vernos reflejados en él y sentir como esas ramas nos abrazan, nos brindan una sonrisa que se instala en nuestra cara y nos sentimos acompañados por tantas cosas buenas que nos rodean, que nos hacen vernos fuertes y con gente que nos llena a nivel emocional.
Mientras crecemos, aparecerán nuevos corazones que querrán sumarse a nosotros; intentaremos formalizar algo y hasta quizás dure toda la vida.
Otros desaparecerán como si jamás los hubiésemos visto o conocido.
A todos, intentaremos darles lo mejor que tenemos: que se sientan seguros a nuestro lado; darles la protección necesaria para no temer; darle sombra en los momentos que el calor los invada.
Dar, esa es la clave.
Esperar respuesta alguna, no sería la opción adecuada, aunque será bienvenida.
Mientras hagamos todo con amor y a la vez respetando al otro, algo vibrará dentro de nosotros y sentiremos que hemos cumplido una especie de misión.
Demos de corazón, demos con el alma, demos y hagamos.
Si cerca nuestro, hay alguna ramita que se ha caído, tratemos de cuidarla.
Las plantas son vida.
El aire es vida.
El agua es necesaria para vivir.
Y a vos, te necesito en mi vida para seguir creciendo.
MARIANO SANTORO
Yo, muchas veces lo veo como el árbol del amor, donde cada rama es una parte diferente.
Tenemos el afecto, que es lo que sentimos por los seres más cercanos.
El cariño, por lo que nos pasa en la vida junto a personas.
La amistad, una de las grandes ramas de este árbol.
El romance, lo que se vive cuando uno disfruta cada minuto al lado de su pareja.
La adoración, eso que hace dar todo por quién lo merece y lo hacemos de corazón.
Y en algunos momentos de la vida, aparecen ramitas que con el tiempo desaparecen y otras que cuesta sacarlas, pero es deber, ya que queremos que ese árbol siga creciendo bien.
El odio, el rencor, la angustia, la tristeza, la desesperanza.
Todas esas ramas hay que cortarlas.
Junto a la fe y a la fuerza de cada uno, poniendo su gota de agua, seguiremos viendo un hermoso árbol.
La sensibilidad, la sencillez, la sinceridad, son otras ramas que suelen crecer pero cuesta reconocerlas.
Hay mucho en un árbol que nos puede dar alegría.
Seamos como él y pensemos en que podemos crecer siendo felices.
Entre los sueños o ideales del ser humano están, tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol.
A la vez, podemos vernos reflejados en él y sentir como esas ramas nos abrazan, nos brindan una sonrisa que se instala en nuestra cara y nos sentimos acompañados por tantas cosas buenas que nos rodean, que nos hacen vernos fuertes y con gente que nos llena a nivel emocional.
Mientras crecemos, aparecerán nuevos corazones que querrán sumarse a nosotros; intentaremos formalizar algo y hasta quizás dure toda la vida.
Otros desaparecerán como si jamás los hubiésemos visto o conocido.
A todos, intentaremos darles lo mejor que tenemos: que se sientan seguros a nuestro lado; darles la protección necesaria para no temer; darle sombra en los momentos que el calor los invada.
Dar, esa es la clave.
Esperar respuesta alguna, no sería la opción adecuada, aunque será bienvenida.
Mientras hagamos todo con amor y a la vez respetando al otro, algo vibrará dentro de nosotros y sentiremos que hemos cumplido una especie de misión.
Demos de corazón, demos con el alma, demos y hagamos.
Si cerca nuestro, hay alguna ramita que se ha caído, tratemos de cuidarla.
Las plantas son vida.
El aire es vida.
El agua es necesaria para vivir.
Y a vos, te necesito en mi vida para seguir creciendo.
MARIANO SANTORO