Cuando no lo esperamos, de alguna manera llega.
Quizás lo buscamos por mucho tiempo.
Quizás ya ni sabíamos por dónde buscar.
Y la naturaleza, de la mano del destino nos lo muestra, nos lo pone delante y se presenta.
Al principio lo vemos normal, no vemos nada extraño y hasta ni nos damos cuenta.
De a poco, nos permitimos conocerlo y vamos soltando algo de confianza y todo surge naturalmente.
La vida, la cotidianeidad nos hace extrañar y pensar un poco más en esto que nos está pasando.
Veníamos muy tranquilos aunque las ilusiones no se habían perdido.
Llegó y no sabemos si es para quedarse, pero debemos disfrutarlo mientras dure y si a la vez, le sumamos fe y pasión en cada movimiento que hacemos, en cada cosa que damos, puede durar mucho tiempo.
Todo tiene un tiempo y la espera se puede hace muy extensa, incluso ante una separación o algún corte de relación.
El tiempo cura heridas y a la vez, recuerda momentos.
Está en nosotros poder diferenciar y tratar de quedarnos con lo positivo.
Toda frialdad, hasta la de un corazón congelado, en algún momento se derrite.
La solución sería poder hacer balances.
En casi todo lo que vivimos tenemos opciones y siempre que estemos bien emocionalmente lograremos todo lo que nos propongamos.
Sabemos que hay gente que nos ha hecho vivir situaciones que serán parte de nuestro futuro.
Siempre se crece y ante los golpes, se aprende.
Uno cambia por uno, no por la persona con la cual está.
Pero si notamos que nuestra pareja comienza a vernos mejor, a que estamos mejorando a todo nivel y que esos cambios pueden hacer que renazca la relación, bienvenidos sean.
Hay muchas cosas, quizás demasiadas que nos puedan hacer mal, pero peor es no seguir al lado de la persona que queremos que sea parte de nuestra vida.
Tratemos de mirar más allá de los hechos y broncas por cualquier motivo; tratemos de discernir lo que el corazón quiere expresar.
El lenguaje que supera toda distancia, es el amor verdadero.
MARIANO SANTORO
Quizás lo buscamos por mucho tiempo.
Quizás ya ni sabíamos por dónde buscar.
Y la naturaleza, de la mano del destino nos lo muestra, nos lo pone delante y se presenta.
Al principio lo vemos normal, no vemos nada extraño y hasta ni nos damos cuenta.
De a poco, nos permitimos conocerlo y vamos soltando algo de confianza y todo surge naturalmente.
La vida, la cotidianeidad nos hace extrañar y pensar un poco más en esto que nos está pasando.
Veníamos muy tranquilos aunque las ilusiones no se habían perdido.
Llegó y no sabemos si es para quedarse, pero debemos disfrutarlo mientras dure y si a la vez, le sumamos fe y pasión en cada movimiento que hacemos, en cada cosa que damos, puede durar mucho tiempo.
Todo tiene un tiempo y la espera se puede hace muy extensa, incluso ante una separación o algún corte de relación.
El tiempo cura heridas y a la vez, recuerda momentos.
Está en nosotros poder diferenciar y tratar de quedarnos con lo positivo.
Toda frialdad, hasta la de un corazón congelado, en algún momento se derrite.
La solución sería poder hacer balances.
En casi todo lo que vivimos tenemos opciones y siempre que estemos bien emocionalmente lograremos todo lo que nos propongamos.
Sabemos que hay gente que nos ha hecho vivir situaciones que serán parte de nuestro futuro.
Siempre se crece y ante los golpes, se aprende.
Uno cambia por uno, no por la persona con la cual está.
Pero si notamos que nuestra pareja comienza a vernos mejor, a que estamos mejorando a todo nivel y que esos cambios pueden hacer que renazca la relación, bienvenidos sean.
Hay muchas cosas, quizás demasiadas que nos puedan hacer mal, pero peor es no seguir al lado de la persona que queremos que sea parte de nuestra vida.
Tratemos de mirar más allá de los hechos y broncas por cualquier motivo; tratemos de discernir lo que el corazón quiere expresar.
El lenguaje que supera toda distancia, es el amor verdadero.
MARIANO SANTORO