sábado, 13 de noviembre de 2010

Transformar el odio en amor

Todo lo excesivo, nos hace mal.
Y a la vez, cuando estamos en crisis personales al nivel que sea, es probable que cambiemos algunos significados de las cosas más habituales.
Obsesionarnos con algo o alguien nos hace mutar, ser otros y nos dan ganas de demostrar lo que no somos y hacerles cambiar de idea.
Mientras exista el diálogo y la comprensión, todo se logra.
Cuando el rencor nos invade, al instante se acercan otras cosas negativas, entre ellas la bronca y el odio.
Y no hay peor cosa que querer frenar el odio con más odio.
No es tarea fácil luchar contra el odio, pero es casi un deber hacerlo.
Transformarlo y hacer que renazca el amor, ya que dentro de cada persona que odia, en su núcleo tan profundo, tan íntimo, existe el amor.
Liberar capas de dureza en estados anímicos malos, es complicado y el tiempo, lo puede todo.
Dios lo puede todo.
Todo puede cambiar y hasta mejorar, de la mano de la fe y hacer balances de vida, de momentos compartidos.
Si uno dio o demostró amor, jamás se olvida en la persona que lo recibió.
Quizás, se lo corra a un costado, ya que lo malo, tiene un cierto poder de tapar lo bueno, pero ese es un error y con el tiempo, con la paz, con la tranquilidad mental, se logra recuperar lo que se creía perdido.
Todo está en nosotros.
Una flor es vida, es natural, demuestra cariño.
Una tijera, corta lo bueno.
Analizar lo que nos sucede no es malo; es descubrir que no nos equivocamos al permitirnos conocer a alguien; a no volver a creer y pensar que fallamos de nuevo; a que todo lo que dimos fue pérdida de tiempo.
Dimos lo mejor, confiamos, nos dejamos llevar y la fluidez salió y creció.
Aunque la meta no fue el seguir juntos o lo que una de las 2 partes haya imaginado; existe la confianza que se han dado, más el afecto, el encariñarse y el extrañar momentos.
El amor, siempre triunfará.
Tendrá enfrentamientos duros; serán difíciles pero no imposibles.
Lo malo se puede desvanecer.
Llegó y se estancó como si fuese un capricho, pero el bien, siempre gana.
Solo hay que creer que si dejamos fluir el odio que hay en nosotros, recibiremos lo mismo.
Demos amor, sembremos amor.
Demos vida y vivamos de manera agradable.
Una linda sonrisa supera y tapa las lágrimas más amargas que hayan caído de nuestros ojos.
Confiemos.
Pensemos.
Elijamos quien deseamos tener a nuestro lado y que esa elección de vida, sea la correcta.
Consultemos.
Hablemos.
Si alguna vez un corazón tuvo latidos de emoción por alguien, esos latidos jamás se irán de nuestro cuerpo.
Seamos coleccionistas de positivismo y mostremos lo que somos, sin temor al que dirán.
Somos y estamos hechos con sensibilidad, con ternura, con pasión.
Jamás odiaré a quien quise.
Jamás olvidaré a quien me mostró su alma.
Hoy, mi alma está herida y con amor, voy a recuperarme.
MARIANO SANTORO