viernes, 15 de abril de 2011

Focalizar cuando nos invade la maldad

Blanco y negro.
Bueno y malo.
Amor y odio.
En todos los aspectos de la vida existe un positivismo y la contraparte.
Está en nosotros y en ser sabios para poder optar por lo que mejor nos conviene.
Somos libres y esa libertad la valoramos muchísimo y a veces la confundimos con la falta de compañerismo.
Todo es difícil, tanto sea el ser libres y tener una determinada personalidad y la cuestión relacionada a una pareja.
Cuando el maltrato aparece, lo mejor es cortar todo lo antes posible; no se puede permitir que nos hagan daño; aunque podemos dar oportunidades si del otro lado hay verdadera sinceridad y sentimos que hay vientos de cambio en la proximidad.
La indiferencia nos duele, nos va destrozando internamente y nuestro cuerpo lo expresa.
Perdemos peso o aumentamos.
El rostro ya no muestra señales de felicidad.
Mucho de esto no lo vemos nosotros ya que la ceguera emocional nos cubre por completo, pero el entorno se da cuenta y nos lo hace saber.
El espejo que miramos está amaestrado para darnos lo que queremos, aunque ese espejo sea una ficción y solo vemos lo que queremos ver.
Al igual que cuando elegimos a un compañero de ruta.
Es la propia voluntad la que ordena.
Y en el amor no existen órdenes, sino que se hace todo y se brinda todo con el corazón.
La pureza sale desde el alma.
Focalizar es una tarea difícil cuando vemos que todo está nublado a nuestro alrededor.
Vemos sin mirar.
Queremos sin amar.
Permitimos sin ser libres de corazón.
Quizás no podamos ver a la distancia pero al igual que en la foto, lo más cerca que vemos son símbolos, son muestras del destino que nos dicen que el amor es lo mejor que tenemos los seres humanos.
Poder amar a alguien y que ese otro ser haga lo mismo para con nosotros.
Seamos libres y salgamos del encierro emocional que nos ata a situaciones degradantes.
No se mendiga amor; se obtiene con naturalidad y llega en el momento justo.
La clave del compartir es cuando todo se hace entre 2.
El amor real es lo que nos salva.
Tiremos el traje de víctima y usemos lo más puro y perfecto que tenemos, que es el ser que tiene un corazón sano y un alma que desea amar y ser amada.
La razón nos puede alejar del camino que deseamos, pero el corazón sabe perfectamente cuál es el camino que debemos seguir.
MARIANO SANTORO