lunes, 4 de abril de 2011

Resaltar la belleza es la clave

Son muchas las cosas que nos afean cada día.
Nos enfrentamos a situaciones no esperadas y nuestra cara se transforma.
No podemos disimular lo que sentimos o lo que nos hacen sentir.
Lo expresamos de todas las maneras posibles, aunque intentemos ocultarlo.
Son muchas las veces en la que nos enteramos que hablan mal de nosotros.
Pensamos que es envidia o que alguien habló sin siquiera conocernos.
Ese es otro momento que nos descoloca.
Hay mucha maldad a la vuelta de la esquina y debemos seguir pasando por esa esquina.
Jamás debemos permitir que nos maltraten, que nos hagan daño.
Y aunque es imposible parar que dejen de hablar de nosotros.
Ya lo dice el dicho que mientras hablen, sea mal o bien, estamos presente y nos dan importancia.
Hay mucha gente que no se permite vivir y desearían ser libres.
Los que no tienen vida, se preocupan hablando de otros.
Llenan espacios que su corazón escupe de tanta maldad que han recibido y quizás no es culpa de ellos el haber sufrido, pero tampoco nosotros al recibir ese castigo.
Culpa por venganza, jamás!
Venganza por maldad, menos!
No es tarea fácil tener la fuerza para poder frenar todo daño ocasionado, pero tener la voluntad de intentarlo es una obligación que debemos permitirnos.
Mirando la vida con los ojos del alma, nos fortalece, nos ilumina y ese brillo, nos embellece.
Llenando tan solo unos instantes nuestro corazón con palabras hermosas, con situaciones que nos alegren, nos dan felicidad.
Durante el día solemos ver, pero pocas veces nos detenemos a mirar y tenemos que hacerlo ya que encontraremos mensajes y contenidos que hasta quizás desconocíamos.
Cuando prestamos atención a lo bello que nos pone la vida delante, cuando nos paramos y sentimos que el mundo se detiene, vibramos de otra manera.
Nuestro cuerpo lo siente de otra forma y con cada pequeña cosa hermosa que le damos valor, aumentamos el nivel de lindura en nuestro ser.
Abracemos con ganas de verdad, sintiendo al otro e intercambiando energías positivas.
Disfrutemos de un beso cuando lo damos y nos lo dan.
Gocemos cuando vemos que a nuestro alrededor hay gente bella y no hablo del envase, sino de lo que realmente importa.
Rodearse con amor puro, nos purifica.
Elevemos el espíritu y dejemos que el destino lo transmita de la manera correcta.
MARIANO SANTORO