viernes, 19 de agosto de 2011

Un cuadro perfecto

Cuándo se tiene la convicción de que algo es perfecto?
Solo se la puede tener si es nuestra única verdad.
La perfección solo está en lo que cada uno considera único o perfecto.
Buscar la perfección puede llegar a ser algo imposible de concretar ya que siempre puede haber algo mejor; siempre hablando de uno mismo.
Cuando uno tiene un ideal, se encapricha en que eso es lo necesario para su vida y el camino a seguir es ese.
Cuando se cree que alguien puede llegar a ser perfecto se lo idealiza y en ese ser ponemos demasiadas expectativas creyendo que nos completará a nivel humano.
Nadie puede lograr ser perfecto estando con otra persona.
Todos somos piezas de rompecabezas y al encontrar una persona a quien querer, no significa que sea perfecta para nosotros; como si se tratase de una prenda que nos queda bien; junto a ella nos vemos bien, nos sentimos de una manera especial; renovamos sentimientos y nos sentimos felices, ya que vivimos momentos perfectos.
La perfección pasa por nuestra elección; por desear algo y que hoy, es perfecto.
Un cuadro puede llegar a ser perfecto si cada día nos transmite nuevas miradas.
Si cada vez que lo vemos, encontramos algo que nos maraville y sorprenda.
Que aunque nos parezca simple, hay mucho en él por descubrir.
En el día a día se descubren nuevas emociones.
Un cuadro lo podemos pintar nosotros y ni siquiera tiene que ser sobre una tela; sino que puede ser un nuestra mente y de a poco materializarlo con el corazón.
Que cada día pongamos algo más de nosotros y que nazcan esas ganas de querer ir por más, de querer crecer, de vernos mejor, de sentirnos mejor; de que al mirar lo que estamos haciendo nos sintamos orgullosos, ya que sabemos que lo que está delante de nuestros ojos, ya lo vimos en nuestra mente.
Cuando permitimos subir de nivel, nos exponemos a situaciones que nuestra mente le encontrará miles de contras, pero lo que nos tiene que guiar es el corazón.
Y siempre que pintemos cuadros en nuestra vida, siempre que decoremos la vida que vivamos, debemos hacerlo con el pincel del corazón y los buenos sentimientos.
La sinceridad, la confianza, la verdad son los mejores colores para pintar nuestro futuro.
El blanco y negro, sirven para separar y alejarnos de lo que no queremos.
Incluso, conoceremos colores que jamás vimos.
Y cuando ya lo tengamos terminado, pensaremos que siempre hay algo más que podemos hacer.
Eso se llama crecer.
Eso se llama querer.
Eso se llama vivir.
MARIANO SANTORO