lunes, 19 de septiembre de 2011

Delivery de afecto

Cuántas veces nos escudamos en prejuicios que nos autoimponemos para no salir o para frenarnos a cualquier tipo de relación?
El tema afectivo es uno de los que más le llega a las personas.
Lo emocional, el saber que se puede confiar en alguien y saber que hay alguien que se acuerde y por ende, se involucra en nuestra vida y demás.
Cuántas veces nos achanchamos y nos entregamos al encierro y a afearnos de todas las maneras posibles?
Donde lo único que vemos a nuestro alrededor es malestar y que de a poco, vamos cayendo en el vacío que nosotros mismos creamos.
Cuántos quisiéramos que no existan ni blancos ni negros y que todo sea paz y armonía?
La comodidad del hogar que nos cubre, que nos protege es ese techo que a modo de caparazón nos permite sentirnos felices pero a un nivel muy pequeño.
Y eso nos pasa por limitar nuestros propios sueños y metas.
Si dormimos es porque no estamos despiertos y nos perdemos de todo lo que pasa en la vida.
Muchas veces nos excedemos al dormir y pasamos horas sin hacer nada y desde esa nada, es eso mismo lo que recibimos.
Creyendo que vivimos en un eterno delivery que desde ese papel que elegimos en nuestra vida, todo lo solucionamos con levantar un teléfono y llamar.
Y qué pasaría si no tenemos a quién llamar?
No todo lo que deseamos lo encontramos llamando por teléfono.
Necesitamos vestirnos y salir a la calle.
Y en la calle es en donde suceden las cosas importantes.
La falta de afecto es lo que nos perjudica en varios aspectos y el ánimo se va desvaneciendo.
El pozo emocional es lo que nos cubre y no nos deja ver lo que pasa afuera y ese afuera no está tan lejos nuestro.
A veces ni siquiera hay que viajar y la respuesta está delante de nuestros ojos y lo veremos si abrimos los ojos.
Todo lo que hagamos es mediante la apertura.
Al abrir los ojos, vemos y nos maravillamos con lo que vemos.
Cuando abrimos nuestros brazos, podemos acercarnos a otro y abrazarlo.
Cuando estamos abiertos de corazón, estamos dispuestos a la sinceridad y a recibir todo lo que somos capaces de dar.
En cada abrir de ojos, podemos ver un nuevo amanecer y al hacerlo despertamos de todo lo que creímos que no podíamos lograrlo.
Y todo se puede lograr si uno está dispuesto y preparado a recibirlo.
Desde la bondad y desde el más puro deseo de ser feliz y dar felicidad a quien quiere transitar el mismo camino que nosotros.
En vez de esperar a ese delivery que nos traiga lo que queremos, salgamos a buscarlo nosotros.
MARIANO SANTORO