domingo, 22 de abril de 2012

Vida

Al vivir, es probable que no nos demos cuenta la cantidad de poderes que tenemos.
Quizás no conocemos nuestras limitaciones, ni de lo que somos capaces de lograr para nuestro bienestar.
La fortaleza interna, esa que nos hará siempre hacer lo mejor por nuestros seres más cercanos; lo que haremos para superar cada miedo, cada problema, cada inconveniente.
Sabemos que atrás hemos dejado muchos ladrillos que nosotros mismos hemos quebrado.
Muros de prejuicios y de negatividad que están muy lejos y cada vez, nos alejamos más.
Aprendimos que la maldad nos llevará a un camino sin rumbo y daremos vueltas en torno de cosas que no nos sirven.
Estudiamos y supimos que en nosotros está la única y más respetable decisión de elegir qué vida vivir.
Un día nos dimos cuenta que salimos a jugar y nos encontramos con algo fascinante, con todo un mundo completo que puede ser nuestro y podemos ser quien queramos, siempre que seamos libres de lo que alguien crea que somos.
Ya abandonamos mochilas que empujaban nuestra espalda hacia un suelo tan sucio que por momentos, éramos el mismo polvo, de tan rotos que nos sentíamos.
Pasamos por lo que teníamos que pasar para ser lo que hoy somos y poder mirar que delante, está la verdad.
Arriba, siempre está protegiéndonos a modo de techo eterno, nuestro amado Dios.
Y en este paraíso que hemos descubierto, nos sentimos libres de pesos ajenos, de cosas que quieran imponernos.
La libertad es vida y vida es lo que queremos vivir.
Vida es amar sin culpas.
Vida es extrañar y hacer pequeñas obras que se edificarán y dejarán las huellas eternas que marcarán el rumbo a los que nos quieran seguir.
Y acá estamos, creyendo día a día y más y más, que estamos con una gran misión y que mientras sigamos nuestro camino, ese que por momentos nos costó encontrar, nos vamos llenando de coraje, de habilidades y de fortaleza interior y que el viento nos querrá empujar en la propia cara todo lo que nos frene, pero paso a paso que damos, en más fuertes nos transformamos.
Hay un destino, hay un camino, hay una misión y todo en esta hermosa vida que vivimos.
Ya no sirve ni tiene validez quejarse de cosas que no tienen sentido, porque el único sentido es saber quién somos en esencia, en nuestra más pura humanidad.
Que en cada sentimiento que expresamos, dejamos mucho en la persona que lo recibe.
Que en cada acto de esta gran obra que nos toca actuar, hay un público muy grande que día a día, nos alienta a seguir y que en cada aplauso, en cada abrazo y en cada beso, nos dicen mucho más que palabras.
Y siempre existirá una gran llave que abrirá todas las puertas que se presenten y todo lo que hagamos de corazón se cumplirá.
Y esa llave es: GRACIAS!
MARIANO SANTORO