Durante mi adolescencia, donde uno de los defectos más comunes es la timidez; me permití empezar a sacar todo lo que había en mi ser.
Me dí cuenta que había mucho por decir, mucho por contar.
En mi interior había mucho movimiento; había ganas de ser escuchado y cuando no encontraba a alguien dispuesto a oír, me expresaba por escrito.
Siempre escuché las miles de voces amigas; las que me contaban de sus vidas, de sus anécdotas, de sus historias dramáticas o de las buenas.
Aprendí de cada una y supe dar un sano consejo para que esas personas regresen a sus casas alegres, de saber que había alguien que estaba con el tiempo necesario para escuchar.
Y mi voz interior, quería expresarse.
Y en los escritos, encontré una salvación.
Era la solución necesaria a tantas preguntas que la vida me hacía y yo, le sumaba más preguntas.
Al escribir, me encontraba a mí mismo!
Al leerme, sabía que había que algo debía conocer; que había otro estilo de vida, que había silencios que querían gritar; que había bronca acumulada por ver el deterioro de la humanidad y de mis personas allegadas.
Mi dí cuenta que el amor que había en mí, debía ser expresado de alguna manera.
La escritura me permitió crecer; ser mejor persona.
Me leía y a la vez sabía que era yo el que había pasado por tal o cual situación.
Leía que yo estaba enamorado.
Leía que yo estaba sufriendo.
Y un día me permití empezar un viaje; el mejor de todos los que pude haber elegido.
Y fue el encontrarme a mi mismo.
Caminé por venas, caminé por heridas, caminé por dolor.
Me asusté un poco pero les hice frente; debía cambiar mis posturas, debía modificar algunos elementos para seguir hasta mi esencia real.
El amor me salvó y le empecé a ser fiel.
Me hice fiel a mis pensamientos y hoy, sigo creyendo en ellos.
Me hice, nací y caí y me volví a reinventar.
Dios me hizo aprender las palabras correctas que necesitaba oír.
Y hoy, las sigo mostrando.
Porque la sinceridad es mi bandera.
Porque la confianza es creer que aún hay mucho para dar.
Y porque al escribir con amor, me alimento de amor.
Tengo a Dios, tengo amor y tengo el gran don de escribir lo que siento.
Siempre voy a estar agradecido de vivir esta hermosa vida.
MARIANO SANTORO
Me dí cuenta que había mucho por decir, mucho por contar.
En mi interior había mucho movimiento; había ganas de ser escuchado y cuando no encontraba a alguien dispuesto a oír, me expresaba por escrito.
Siempre escuché las miles de voces amigas; las que me contaban de sus vidas, de sus anécdotas, de sus historias dramáticas o de las buenas.
Aprendí de cada una y supe dar un sano consejo para que esas personas regresen a sus casas alegres, de saber que había alguien que estaba con el tiempo necesario para escuchar.
Y mi voz interior, quería expresarse.
Y en los escritos, encontré una salvación.
Era la solución necesaria a tantas preguntas que la vida me hacía y yo, le sumaba más preguntas.
Al escribir, me encontraba a mí mismo!
Al leerme, sabía que había que algo debía conocer; que había otro estilo de vida, que había silencios que querían gritar; que había bronca acumulada por ver el deterioro de la humanidad y de mis personas allegadas.
Mi dí cuenta que el amor que había en mí, debía ser expresado de alguna manera.
La escritura me permitió crecer; ser mejor persona.
Me leía y a la vez sabía que era yo el que había pasado por tal o cual situación.
Leía que yo estaba enamorado.
Leía que yo estaba sufriendo.
Y un día me permití empezar un viaje; el mejor de todos los que pude haber elegido.
Y fue el encontrarme a mi mismo.
Caminé por venas, caminé por heridas, caminé por dolor.
Me asusté un poco pero les hice frente; debía cambiar mis posturas, debía modificar algunos elementos para seguir hasta mi esencia real.
El amor me salvó y le empecé a ser fiel.
Me hice fiel a mis pensamientos y hoy, sigo creyendo en ellos.
Me hice, nací y caí y me volví a reinventar.
Dios me hizo aprender las palabras correctas que necesitaba oír.
Y hoy, las sigo mostrando.
Porque la sinceridad es mi bandera.
Porque la confianza es creer que aún hay mucho para dar.
Y porque al escribir con amor, me alimento de amor.
Tengo a Dios, tengo amor y tengo el gran don de escribir lo que siento.
Siempre voy a estar agradecido de vivir esta hermosa vida.
MARIANO SANTORO