Subir y bajar no solo se trata de posición económica o de algún reconocimiento; sino que también puede ser algo anímico y emocional.
No siempre logramos el equilibrio necesario y por eso, estamos constantemente subiendo y bajando.
Son muchas las escaleras que hemos usado en nuestra vida.
Las mismas en las que al subir, se nos complicaba algunas veces; en cambio el bajarlas, era más fácil.
Pero esa facilidad, estaba escondida en algo que nos retrasaba hacia el lugar adonde queríamos ir.
Toda meta está orientada en nuestro horizonte y hacia arriba.
Toda escalera nos permitirá avanzar hasta donde queramos, pero a veces, se terminan los escalones y está en nuestra sabiduría encontrar la solución para seguir avanzando.
Al mismo tiempo, nos cruzamos con muchas puertas que vamos abriendo y cerrando con una extenuante continuidad y hasta quizás, las cerramos por costumbre.
Solemos dejar algunas puertas abiertas a la vez como para atraer diferentes oportunidades; pero si no nos focalizamos en una sola, en un solo destino, las demás puertas abiertas, nos desorientarán, ya que la visualización de cumplir nuestros deseos, se pierde.
Cerrar puertas, es terminar ciclos; dar por terminado algo que ya cumplió con su cometido que pudo haber sido malo y a la vez, de aprendizaje.
Otras puertas, son las que somos dueños absolutos de las llaves y damos la vuelta para el lado equivocado.
Son las que el encierro emocional comienza y perdemos toda visión.
Los planes que estaban en nosotros, se desvanecen y creemos que estando encerrados, nos protegemos de lo externo.
Pero realmente debemos protegernos de nuestro lado negativo.
Ese lado que nos frena a seguir, a avanzar con todo lo que venimos soñando y que esas escaleras que se ponen a nuestro alcance, nos ayudarán.
Por eso, debemos tener una conciencia en todo momento de que siempre se puede obtener mejores logros y ser mejores en nuestra actividad cotidiana.
Cerrar es como abandonar y tirar la toalla.
No se trata de cansancio, aunque hayan sido muchas las veces en las que el juego no ha sido favorable.
Y la vida se trata de jugar, de divertirnos y de amar lo que hacemos.
Cerrarnos, nos impide dejar todo y esas oportunidades que podrían ser nuestras, se las obsequiamos a otros porque nuestra autoestima se ha perdido; ha quedado encerrada en miedos a los NO puedo.
Nuevamente aparecen las escaleras y las puertas que están a la vista, aunque cerremos los párpados o tapemos nuestros ojos, por no querer ver lo que esté delante.
No nos tiene que aterrar lo que venga, ya que ese futuro, en gran parte fue elegido por nosotros.
Demos la bienvenida a cada puerta y a cada escalera que se nos presente, porque en cada paso por subir y en cada lugar en que entremos, descubriremos oportunidades que ni siquiera sabían que existían.
No limitarnos a lo que nuestra cabeza puede pensar.
El corazón tiene sus secretos y el misterio más grande, es lo que hay en el alma; eso que permite sorprendernos y saber que siempre hay algo más.
Dejarnos llevar, pero no por impulsos; sino por los pulsos y latidos de nuestro corazón.
Dejarnos llevar y golpear cada puerta y dar gracias a quien nos la abra.
A medida que nos permitamos vivir con el ser más puro que somos; los demás verán en nosotros algo especial que les agradará sumar a su vida y en esa subida, serán necesarias las escaleras y que alguien nos ayude a subir.
Seamos cerrajeros de todos los que se acerquen a pedirnos consejos y ayuda, porque se encontrarán con nuestra desnudez álmica.
Y desnudar el alma delante de otro es encontrarse a sí mismo.
MARIANO SANTORO
No siempre logramos el equilibrio necesario y por eso, estamos constantemente subiendo y bajando.
Son muchas las escaleras que hemos usado en nuestra vida.
Las mismas en las que al subir, se nos complicaba algunas veces; en cambio el bajarlas, era más fácil.
Pero esa facilidad, estaba escondida en algo que nos retrasaba hacia el lugar adonde queríamos ir.
Toda meta está orientada en nuestro horizonte y hacia arriba.
Toda escalera nos permitirá avanzar hasta donde queramos, pero a veces, se terminan los escalones y está en nuestra sabiduría encontrar la solución para seguir avanzando.
Al mismo tiempo, nos cruzamos con muchas puertas que vamos abriendo y cerrando con una extenuante continuidad y hasta quizás, las cerramos por costumbre.
Solemos dejar algunas puertas abiertas a la vez como para atraer diferentes oportunidades; pero si no nos focalizamos en una sola, en un solo destino, las demás puertas abiertas, nos desorientarán, ya que la visualización de cumplir nuestros deseos, se pierde.
Cerrar puertas, es terminar ciclos; dar por terminado algo que ya cumplió con su cometido que pudo haber sido malo y a la vez, de aprendizaje.
Otras puertas, son las que somos dueños absolutos de las llaves y damos la vuelta para el lado equivocado.
Son las que el encierro emocional comienza y perdemos toda visión.
Los planes que estaban en nosotros, se desvanecen y creemos que estando encerrados, nos protegemos de lo externo.
Pero realmente debemos protegernos de nuestro lado negativo.
Ese lado que nos frena a seguir, a avanzar con todo lo que venimos soñando y que esas escaleras que se ponen a nuestro alcance, nos ayudarán.
Por eso, debemos tener una conciencia en todo momento de que siempre se puede obtener mejores logros y ser mejores en nuestra actividad cotidiana.
Cerrar es como abandonar y tirar la toalla.
No se trata de cansancio, aunque hayan sido muchas las veces en las que el juego no ha sido favorable.
Y la vida se trata de jugar, de divertirnos y de amar lo que hacemos.
Cerrarnos, nos impide dejar todo y esas oportunidades que podrían ser nuestras, se las obsequiamos a otros porque nuestra autoestima se ha perdido; ha quedado encerrada en miedos a los NO puedo.
Nuevamente aparecen las escaleras y las puertas que están a la vista, aunque cerremos los párpados o tapemos nuestros ojos, por no querer ver lo que esté delante.
No nos tiene que aterrar lo que venga, ya que ese futuro, en gran parte fue elegido por nosotros.
Demos la bienvenida a cada puerta y a cada escalera que se nos presente, porque en cada paso por subir y en cada lugar en que entremos, descubriremos oportunidades que ni siquiera sabían que existían.
No limitarnos a lo que nuestra cabeza puede pensar.
El corazón tiene sus secretos y el misterio más grande, es lo que hay en el alma; eso que permite sorprendernos y saber que siempre hay algo más.
Dejarnos llevar, pero no por impulsos; sino por los pulsos y latidos de nuestro corazón.
Dejarnos llevar y golpear cada puerta y dar gracias a quien nos la abra.
A medida que nos permitamos vivir con el ser más puro que somos; los demás verán en nosotros algo especial que les agradará sumar a su vida y en esa subida, serán necesarias las escaleras y que alguien nos ayude a subir.
Seamos cerrajeros de todos los que se acerquen a pedirnos consejos y ayuda, porque se encontrarán con nuestra desnudez álmica.
Y desnudar el alma delante de otro es encontrarse a sí mismo.
MARIANO SANTORO