En todo momento que caminamos, el piso no suele ser siempre de nuestro agrado.
Pero debemos caminar para no quedarnos estancados y así, permitir el crecimiento en todos los niveles.
Desde chico quise dejar huellas importantes y profundas.
Amo la vida y trato de vivirla lo mejor que puedo y dando pequeños pasos para que mis huellas, sean firmes.
Y no es para que me sigan, sino para que me acompañen, porque aprendí que cuando uno comparte, nos hacemos parte de algo llamado unión y el amor, se hace presente.
Mucho empedrado he caminado y también me ha tocado el barro y no siempre pude salir solo, sino que alguien vino en mi ayuda.
Ahí, valoré mucho más lo que se llama: Amistad.
Mis pisadas, son solo mías y yo elegí ese camino y no es el más fácil, sino el que el destino quiere que camine.
Las huellas que podemos dejar en las personas, son infinitas y si a ellas, le sumamos los buenos recuerdos del momento en que las vivimos, la satisfacción es mayor.
He aprendido a soñar, ya que tuve mucho tiempo para dormir, pero también en cada sueño, planifiqué y visualicé mi destino.
He aprendido a hacer, ya que con solo hablar, no quedaba en nada.
He aprendido a accionar, porque es más productivo que criticar.
Adoro hacer y caminar, adoro crear y creer.
Sé que mi camino es especial y único, porque soy yo el que lo camina.
En algún momento de mi vida, me han dado una llave, que es la que sirve para abrir puertas a los sentimientos.
He abierto mentes para que conozcan estas puertas que conducen a la felicidad, al amor, a la amistad y muchas más.
La vida me ha revelado secretos y respuestas antes que a una gran mayoría y todo ese aprendizaje, lo comparto en el momento indicado.
Todos pueden caminar, pero no todos pueden dejar huellas que son como tatuajes.
En mi valoración personal sé que lo que hago, lo hago bien y si sale como lo tenía planeado, me enorgullezco y sigo caminando y abriendo caminos.
Antes de mí, había una vida para muchos, pero la de hoy, es mejor y no se trata de creerme algo que no soy, sino que la realidad es una.
Y sigo mirando atrás en mi pequeña trayectoria y veo a la gente que ha pasado y me han marcado, porque siempre he sido un buen acompañante de los que me mostraron su camino.
Pude ser libre de elegir y así, hice mi propio camino.
Supe querer y dar lo mejor de mí y seguiré haciendo lo mismo.
No es capricho, sino que cada uno tiene su destino y el mío, es dejar huellas.
Las huellas del corazón, son las que más se disfrutan y aunque haya personas que no son parte de nuestro camino, se les ha dado lo mejor.
Las huellas en el alma, son las que quedan y aparecen cuando nuestra visión está clara y luminosa; cuando nuestra luz interior se aleja de todo lo mundano y le damos paso a la parte espiritual, la que nos eleva a otro nivel, que es el que se entiende mejor algunas cosas que el mundo toma como leyes o verdades.
La gran sabiduría viene de adentro.
Dios y en todo su poder, nos ayuda a dejar nuestras huellas, porque él, fue el primero en hacer caminos para que nosotros los encontremos y los hagamos propios.
Huellas en el alma, son las que cuando empiezo a sentir tristeza o angustia, recuerdo lo que viví y me dan fuerzas para seguir.
Hay más huellas por dejar y mis escritos quedarán en el libro de mi vida y en el corazón de quien sepa valorar la esencia del ser humano.
MARIANO SANTORO
Pero debemos caminar para no quedarnos estancados y así, permitir el crecimiento en todos los niveles.
Desde chico quise dejar huellas importantes y profundas.
Amo la vida y trato de vivirla lo mejor que puedo y dando pequeños pasos para que mis huellas, sean firmes.
Y no es para que me sigan, sino para que me acompañen, porque aprendí que cuando uno comparte, nos hacemos parte de algo llamado unión y el amor, se hace presente.
Mucho empedrado he caminado y también me ha tocado el barro y no siempre pude salir solo, sino que alguien vino en mi ayuda.
Ahí, valoré mucho más lo que se llama: Amistad.
Mis pisadas, son solo mías y yo elegí ese camino y no es el más fácil, sino el que el destino quiere que camine.
Las huellas que podemos dejar en las personas, son infinitas y si a ellas, le sumamos los buenos recuerdos del momento en que las vivimos, la satisfacción es mayor.
He aprendido a soñar, ya que tuve mucho tiempo para dormir, pero también en cada sueño, planifiqué y visualicé mi destino.
He aprendido a hacer, ya que con solo hablar, no quedaba en nada.
He aprendido a accionar, porque es más productivo que criticar.
Adoro hacer y caminar, adoro crear y creer.
Sé que mi camino es especial y único, porque soy yo el que lo camina.
En algún momento de mi vida, me han dado una llave, que es la que sirve para abrir puertas a los sentimientos.
He abierto mentes para que conozcan estas puertas que conducen a la felicidad, al amor, a la amistad y muchas más.
La vida me ha revelado secretos y respuestas antes que a una gran mayoría y todo ese aprendizaje, lo comparto en el momento indicado.
Todos pueden caminar, pero no todos pueden dejar huellas que son como tatuajes.
En mi valoración personal sé que lo que hago, lo hago bien y si sale como lo tenía planeado, me enorgullezco y sigo caminando y abriendo caminos.
Antes de mí, había una vida para muchos, pero la de hoy, es mejor y no se trata de creerme algo que no soy, sino que la realidad es una.
Y sigo mirando atrás en mi pequeña trayectoria y veo a la gente que ha pasado y me han marcado, porque siempre he sido un buen acompañante de los que me mostraron su camino.
Pude ser libre de elegir y así, hice mi propio camino.
Supe querer y dar lo mejor de mí y seguiré haciendo lo mismo.
No es capricho, sino que cada uno tiene su destino y el mío, es dejar huellas.
Las huellas del corazón, son las que más se disfrutan y aunque haya personas que no son parte de nuestro camino, se les ha dado lo mejor.
Las huellas en el alma, son las que quedan y aparecen cuando nuestra visión está clara y luminosa; cuando nuestra luz interior se aleja de todo lo mundano y le damos paso a la parte espiritual, la que nos eleva a otro nivel, que es el que se entiende mejor algunas cosas que el mundo toma como leyes o verdades.
La gran sabiduría viene de adentro.
Dios y en todo su poder, nos ayuda a dejar nuestras huellas, porque él, fue el primero en hacer caminos para que nosotros los encontremos y los hagamos propios.
Huellas en el alma, son las que cuando empiezo a sentir tristeza o angustia, recuerdo lo que viví y me dan fuerzas para seguir.
Hay más huellas por dejar y mis escritos quedarán en el libro de mi vida y en el corazón de quien sepa valorar la esencia del ser humano.
MARIANO SANTORO