martes, 7 de mayo de 2013

Sinceridad

Cuánto poder tiene la personalidad que a algunos les molesta.
No es problema nuestro si los demás optan por demostrar su malestar.
Una pantalla, un monitor, algo que no se pueda ver o palpar, tiene valor, pero no el suficiente para definir a alguien.
Todo un mundo que podemos crear, pero en nuestro ser, no lo podemos creer.
La sinceridad se ve a través de los ojos.
Los que crean otras cosas, tampoco es nuestro problema.
No debemos salir a contar lo que no queremos contar.
No es sano pelear eternamente.
La salud mental es algo altamente importante.
Cuando tenemos pensamientos limpios, se reflejan en nuestros actos.

La sinceridad está en la mirada, que viene acompañada de una sonrisa tierna y ahí, se ve mucho más que las palabras que nos quieran decir o queramos contar; se ve algo mucho más importante y luego, no necesitamos nada más.
Toda confirmación y de las que nos podemos ahorrar una inmensa cantidad de palabras, se ve en los ojos; conocidos como espejos del alma y ahí, es en donde nos reflejamos.
Cuando uno mira una película, opta por vivir la historia del protagonista; no nos quedamos con alguien ocasional, sino que nos metemos en la piel y hasta nos permitimos sentir lo mismo.
Nuestros ojos, se juntan con todo nuestro ser para vivir esa historia y en la vida, pasa igual, sólo que no se trata de una ficción, sino que es la más absoluta verdad y realidad.
Todo lo que adoramos lo sentimos en nuestras entrañas.
Lo demás, es relleno ocasional.

Cuando vivimos una vida sincera, no le damos cabida a los sentimientos negativos, porque al relacionar el significado de sentimientos, lo asociamos al corazón y a la enorme cantidad de poder que tiene esa palabra y todo lo que abarca en sí.
El cariño, el querer, el amor, el hacernos parte, el compartir, la unión, la fraternidad, el contacto por medio de un abrazo y hasta un beso pasional son parte de los buenos sentimientos.
Saber diferenciar lo bueno de lo otro, es parte de la sabiduría.
Si el otro es una proyección de nosotros, significa que queremos seguir conectados con ese alguien y de ahí, nacen las relaciones.
De querer estar y compartir con alguien y salir de nosotros, para vivir en otro cuerpo, en otro corazón.
Si no me soy sincero a mí mismo; quizás a muchos no les interese, pero a mí sí.
Es mi deber serme fiel a mí mismo y no a otra persona.

Ser infiel es engañar y a quien jamás debemos engañar es a nosotros mismos, porque la vida no se trata de una obra de teatro o una novela, sino de una única oportunidad de vivir una vida siendo fiel a lo que sentimos, vibramos y miramos.
Y nuevamente aparece la vista, la que nos muestra todo, aunque no queramos y ahí, es donde tenemos que elegir.
Siempre habrá opciones, pero el poder lo tenemos nosotros, ya que nuestra llave es el corazón y nadie me enseñará a latir, sino que lo hago por mi cuenta.
Ojalá siempre tengamos muchas puertas para abrir, sino, estaríamos ciegos a todo lo que vendrá.
Cada puerta, tiene sus chances y muchas son positivas.
Por eso, latiré, miraré y optaré qué elegir y no para complacer al otro, porque el placer de vivir mi propia vida, es solamente mío.

No tengo que hacer nada por los demás, solo ayudar a quien necesite, pero lo que dependa sobre mi vida, me pertenece y soy el dueño principal.
El tiempo, no solo cura heridas, sino que confirma las verdades.
En cada anochecer, tengo una hermosa charla con mi conciencia y ahí es donde tengo que rendir examen y si no lo apruebo, el que no duerme, soy yo, no el que habla mal de mí.
En esa conversación, me encuentro conmigo mismo y no se trata de haber estudiado, sino de haber aprendido durante mi crecimiento que la vida es vivirla sanamente y bien; no me refiero a lujos, sino que me doy el lujo de vivir y de ser sincero y fiel con mis convicciones.
Cada segundo, de cada minuto, de cada hora y de cada día de mi vida en la que amanezco y doy gracias a Dios por vivir y disfrutar de todo lo que me da la naturaleza y de las personas que me rodean, me manejo con sinceridad, porque el que camina las calles y el que siente y hasta sufre, soy yo.
No tiene ningún sentido mentir si el que sabe la verdad soy yo; no tengo que guardarme nada y a la vez, no tengo que confirmar nada.
Es cuestión de creer.
Las cosas más valiosas, no se ven sino que se sienten.
Y en cada sentimiento que sale desde mi corazón, no tengo que darme excusas.
Más allá de mí mismo, existe un mundo lleno de personas y no tengo que quedar bien con nadie, porque la recompensa no proviene de las personas, sino que llega desde otro lugar y es el que nos reconforta, el que nos llena interiormente y nos permite alegrarnos de vivir un día más.

Elijo la sinceridad, elijo ser libre de lo que pienso y digo, elijo ser fiel a lo que siento y vivo cada día.
Mi sinceridad, la tendrá quien desee no solo escuchándome, sino mirándome.
Y me encontrarán en su corazón, porque los recuerdos verdaderos, son los que quedan en una vida vivida de verdad.

Los invito a mirarme y sabrán quien soy!
MARIANO SANTORO