Muchos se habrán tropezado con piedras algunas veces.
Otros tantos, son los que las tiran para impedir que progresemos.
Pero no podemos negar que existan y depende de nosotros, el buen uso que le demos a esas piedras.
Cada uno y para su vida, tiene una misión y es su deber, poder encontrar esa meta importante para su crecimiento personal.
La esencia es lo más puro que tiene el ser humano y ahí, es de donde proviene el brillo especial que nos permite ser buenas personas.
La pureza que es hermosa por sí mismo, como un diamante en bruto, que debemos pulirlo para poder admirar su maravilla.
La vida nos moldea, nos da lo suficiente para poder aprender hasta lo que no queremos aprender, pero es necesario para conocer ambos lados y así, tener la gran opción de elegir.
Conocer lo malo, nos hace dar cuenta que queremos pertenecer al club de los bondadosos.
Todos tenemos cicatrices y a medida que crecemos, algunas dejan su profundidad.
Pero tenemos a Dios, que es nuestro tallador; el que nos va emparejando y haciéndonos lo más perfectos posibles.
Cuando le vamos dando valor a la vida y a la propia y nos manejamos con acciones que salen desde el interior, comenzamos a exteriorizar una energía que solamente las personas que están en ese mismo camino, en esa sintonía, lo perciben y ahí, es cuando nos vamos uniendo.
Una canción no se compone de una sola nota, sino de una gran variedad de tonalidades que forman una melodía.
Cada uno puede tener sus gustos, sus diferentes puntos de vista sobre algún tema en particular; pero nos unimos y compartimos, el brillo y la belleza es superior y asombra a todos los que miran y disfrutan de estas mágicas piedras que fueron transformadas en diamantes.
Vivamos el amor en cada uno de nosotros; démosle movimiento, sentido, démosle el uso correcto y hagamos que nuestras acciones produzcan obras de amor.
Edificar personas, construirnos desde abajo, desde esas pequeñitas piedras que algunos no han sabido valorar por ver lo externo y no saben que dentro de cada uno está la verdadera sabiduría.
No podemos mostrar lo mejor de nosotros si del otro lado no lo valoran.
Quizás por eso sea que cuando un conocedor de diamantes los tiene en sus manos, sabe reconocer el valor y no hablo de dinero, sino del único valor que importa en las personas.
Puede que algunos tarden en reconocernos, pero no debemos alejarnos de quienes consideramos piedras valiosas, porque al estar con ellas mismas, nosotros aprendemos y nos fortalecemos; nos vamos puliendo y descartamos lo que sobra, lo que cubre el alma de un buen ser humano.
Somos nosotros los que debemos sacar toda dureza y dejar que nuestro corazón se sienta libre de poder latir y muestre todo el amor que vive en nosotros.
MARIANO SANTORO
Otros tantos, son los que las tiran para impedir que progresemos.
Pero no podemos negar que existan y depende de nosotros, el buen uso que le demos a esas piedras.
Cada uno y para su vida, tiene una misión y es su deber, poder encontrar esa meta importante para su crecimiento personal.
La esencia es lo más puro que tiene el ser humano y ahí, es de donde proviene el brillo especial que nos permite ser buenas personas.
La pureza que es hermosa por sí mismo, como un diamante en bruto, que debemos pulirlo para poder admirar su maravilla.
La vida nos moldea, nos da lo suficiente para poder aprender hasta lo que no queremos aprender, pero es necesario para conocer ambos lados y así, tener la gran opción de elegir.
Conocer lo malo, nos hace dar cuenta que queremos pertenecer al club de los bondadosos.
Todos tenemos cicatrices y a medida que crecemos, algunas dejan su profundidad.
Pero tenemos a Dios, que es nuestro tallador; el que nos va emparejando y haciéndonos lo más perfectos posibles.
Cuando le vamos dando valor a la vida y a la propia y nos manejamos con acciones que salen desde el interior, comenzamos a exteriorizar una energía que solamente las personas que están en ese mismo camino, en esa sintonía, lo perciben y ahí, es cuando nos vamos uniendo.
Una canción no se compone de una sola nota, sino de una gran variedad de tonalidades que forman una melodía.
Cada uno puede tener sus gustos, sus diferentes puntos de vista sobre algún tema en particular; pero nos unimos y compartimos, el brillo y la belleza es superior y asombra a todos los que miran y disfrutan de estas mágicas piedras que fueron transformadas en diamantes.
Vivamos el amor en cada uno de nosotros; démosle movimiento, sentido, démosle el uso correcto y hagamos que nuestras acciones produzcan obras de amor.
Edificar personas, construirnos desde abajo, desde esas pequeñitas piedras que algunos no han sabido valorar por ver lo externo y no saben que dentro de cada uno está la verdadera sabiduría.
No podemos mostrar lo mejor de nosotros si del otro lado no lo valoran.
Quizás por eso sea que cuando un conocedor de diamantes los tiene en sus manos, sabe reconocer el valor y no hablo de dinero, sino del único valor que importa en las personas.
Puede que algunos tarden en reconocernos, pero no debemos alejarnos de quienes consideramos piedras valiosas, porque al estar con ellas mismas, nosotros aprendemos y nos fortalecemos; nos vamos puliendo y descartamos lo que sobra, lo que cubre el alma de un buen ser humano.
Somos nosotros los que debemos sacar toda dureza y dejar que nuestro corazón se sienta libre de poder latir y muestre todo el amor que vive en nosotros.
MARIANO SANTORO