lunes, 26 de agosto de 2013

Unidad

Había una vez, un planeta y una luz divina que iluminaba a las personas.
Un mundo lleno de personas y cada una, con sus pros y contras.
Un lugar donde vivir y tratar de estar lo más feliz posible.
Un espacio para poder ocupar nuestro tiempo.
Y a la vez, aprender a compartir con otros.
Cada ser tiene una inmensa cantidad de habilidades en las que algunas priorizan la calidad de sus acciones.
Los días que vive cada persona, no son iguales y cada uno le da el uso que puede o quiere.
Cuando nos ponemos a mirar nustra trayectoria, se ve el camino que dejamos.

Cuando no se hace nada, se nota el vacío.
Y el vacío no se llena fácil.
Porque para tener una vida saludable, se arma con diferentes actitudes y posiciones delante de la misma vida.
Crecemos en altura y en edad, pero debemos acompañar ese crecimiento con sabiduría y valores humanos.
Vamos conociendo personas y no se trata de amontonamiento, sino de mostrarse a uno mismo.
Uno se va abriendo y genera confianza en los demás.
De ahí, los demás van tomando ese modelo, pero no copiando, sino dando sus propios aportes, mediante la creatividad.
Entre todos los que van mostrando su ser, se va armando una gran unidad.

Porque uno, aunque sienta que no tiene a nadie, se tiene a sí mismo y cuando su mente es positiva y sabe lo que desea para su vida; su corazón lo guía a encontrar lo que necesita y la comunicación es vital para ese crecimiento.
Una nueva persona nace en nosotros y se va fortaleciendo a través de abrir sus puertas sentimentales y apuesta a sumar.
Uno, es el comienzo de la suma.
Y uno se va sumando a otro.
Y entre ambos, hacen una nueva unidad.
La verdadera unidad se logra cuando nuestros sentidos se conectan con el alma, el corazón y Dios se hace presente y ese instante, nos hace únicos.

MARIANO SANTORO