Cuando la fe está, ya nada debe preocuparnos.
El entorno puede llenarse de situaciones confusas, pero una mente saludable que viene acompañada por fe, todo lo puede.
Tropezar, resbalar o caer, son simples pruebas que tenemos que pasar.
Cuando la fe está, la claridad del alma, ilumina nuestra vida.
Todo lo que gira alrededor, no nos marea, sino que simplemente está y tiene su rutina, cumple con su tarea sin afectar nuestra vida.
Los golpes no nos causan dolor, sino que casi son caricias, porque la fortaleza de nuestro ser está en su plenitud.
Cuando la fe está, creer es una costumbre agradable.
La alegría es parte de todas nuestras acciones y nos permitimos vivir relajadamente.
Los pensamientos acompañan cada tarea y se llenan de positivismo.
Cuando la fe está, nuestra visión se aclara y disfrutamos mucho más de lo que nos sucede.
Podemos valorar más el inmenso cielo y brindarle todo el respeto que se merece.
Todo el poder que muchas veces no le damos importancia, está ahí, a nuestro alcance y para embellecernos diariamente.
Cuando la fe está, el corazón aumenta y dan más ganas de expresar sentimientos.
Lo que nos rodea, está lleno de sonrisas verdaderas.
Nos abrazamos a las ganas de sentirnos felices.
Cuando la fe está, queremos estar sólo con personas que sean afines a nosotros.
Que todos compartamos la gran virtud que es el compartir, el estar y el ser nosotros mismos.
Ver, ser y enaltecer nuestro espíritu.
Cuando la fe está, el cuerpo siente de otra manera, de la única manera en la que se puede tener una linda vida.
Porque tener fe es tener a Dios en todo momento.
Y sentir su ayuda cuando la necesitemos.
Cuando la fe está, ya nada nos faltará.
Estamos y vivimos el camino que nos conduce a tener lo que merecemos.
Hagámonos el favor de tener lo imprescindible:
Fe, Amor, Vida, Oportunidades, Renacer.
MARIANO SANTORO
El entorno puede llenarse de situaciones confusas, pero una mente saludable que viene acompañada por fe, todo lo puede.
Tropezar, resbalar o caer, son simples pruebas que tenemos que pasar.
Cuando la fe está, la claridad del alma, ilumina nuestra vida.
Todo lo que gira alrededor, no nos marea, sino que simplemente está y tiene su rutina, cumple con su tarea sin afectar nuestra vida.
Los golpes no nos causan dolor, sino que casi son caricias, porque la fortaleza de nuestro ser está en su plenitud.
Cuando la fe está, creer es una costumbre agradable.
La alegría es parte de todas nuestras acciones y nos permitimos vivir relajadamente.
Los pensamientos acompañan cada tarea y se llenan de positivismo.
Cuando la fe está, nuestra visión se aclara y disfrutamos mucho más de lo que nos sucede.
Podemos valorar más el inmenso cielo y brindarle todo el respeto que se merece.
Todo el poder que muchas veces no le damos importancia, está ahí, a nuestro alcance y para embellecernos diariamente.
Cuando la fe está, el corazón aumenta y dan más ganas de expresar sentimientos.
Lo que nos rodea, está lleno de sonrisas verdaderas.
Nos abrazamos a las ganas de sentirnos felices.
Cuando la fe está, queremos estar sólo con personas que sean afines a nosotros.
Que todos compartamos la gran virtud que es el compartir, el estar y el ser nosotros mismos.
Ver, ser y enaltecer nuestro espíritu.
Cuando la fe está, el cuerpo siente de otra manera, de la única manera en la que se puede tener una linda vida.
Porque tener fe es tener a Dios en todo momento.
Y sentir su ayuda cuando la necesitemos.
Cuando la fe está, ya nada nos faltará.
Estamos y vivimos el camino que nos conduce a tener lo que merecemos.
Hagámonos el favor de tener lo imprescindible:
Fe, Amor, Vida, Oportunidades, Renacer.
MARIANO SANTORO