Una persona puede darse cuenta que está en un desierto de soledad; inmerso en problemas que no hay solución a la vista.
La ansiedad, lo va llevando a un sitio más profundo y en esa misma profundidad, es cuando siente sed.
Esa sed de salir del lugar adonde está.
La misma sed que puede ahogarnos de tristeza por alguna situación estancada.
Y es en nuestro interior más profundo que percibimos que pueda existir una salida.
Y comienza la búsqueda; esa tan necesaria como el líquido para saciar la sed.
Y la verdadera sed, es la del conocimiento.
La que en cada prueba que se presente, aprendemos.
La que nos ayuda a investigar, a perfeccionarnos, a ser mejores personas, a crecer espiritualmente.
Siempre hay tiempo para estudiar y querer saber más.
La búsqueda sabiendo que vamos a encontrar mucho más de lo que estamos buscando.
Porque no hay limitación para la sabiduría.
Y en esa misma sed, es cuando el corazón recupera fuerzas y revisa su experiencia; redescubre lo que ha hecho y todo lo que ha sentido.
Sentir es vivir; es expresar lo que estaba encerrado.
Sacar afuera el corazón y que disfrute de la vida, que enseñe a los que están con sed de amor, a los que aún no lo conocieron y a los que necesitan volver a creer.
Y es en esa sed que aprendemos a curar heridas, a sanar lo que se ha dañado mientras vivíamos sin un manual bajo el brazo.
Escuchando testimonios ajenos nos fuimos encontrando en esas palabras y comprendimos que somos muchos los que vivimos, pero la cantidad es menor de los que queremos llevar una hermosa vida y saludable; con genuinos deseos de amar y ser amados.
Sed de conocimiento es querer saber más, de lo que ya conocimos y lo que queremos descubrir.
Sorprendernos y alimentar el cerebro.
Porque el corazón, ya sabe de historias, de cuentos y principalmente de imaginación y sueños.
En nuestro ser conviven muchas emociones y a cada sentimiento, le damos el valor exacto para que nos haga bien.
La salud es parte de la misma sed.
Sanarnos es también la sed que necesitamos.
Conocernos a nosotros, saber realmente lo que queremos, lo que ya desechamos, lo que extrañamos y lo que anhelamos.
Conocer a quien se acerca, a quien le abrimos las puertas de la confianza.
Conocer lo que nos sucede y encontrarle la razón y el motivo.
Conocer que debemos reconocer que lo que sentimos, es prioridad; por nuestro bienestar y para poder compartirlo con las personas queridas.
Conocer es dejar la puerta mental abierta y que el corazón sea nuestro seguridad para que sólo deje entrar lo que venga para sumar.
Sed de conocimiento, hambre de amor sano!
MARIANO SANTORO
La ansiedad, lo va llevando a un sitio más profundo y en esa misma profundidad, es cuando siente sed.
Esa sed de salir del lugar adonde está.
La misma sed que puede ahogarnos de tristeza por alguna situación estancada.
Y es en nuestro interior más profundo que percibimos que pueda existir una salida.
Y comienza la búsqueda; esa tan necesaria como el líquido para saciar la sed.
Y la verdadera sed, es la del conocimiento.
La que en cada prueba que se presente, aprendemos.
La que nos ayuda a investigar, a perfeccionarnos, a ser mejores personas, a crecer espiritualmente.
Siempre hay tiempo para estudiar y querer saber más.
La búsqueda sabiendo que vamos a encontrar mucho más de lo que estamos buscando.
Porque no hay limitación para la sabiduría.
Y en esa misma sed, es cuando el corazón recupera fuerzas y revisa su experiencia; redescubre lo que ha hecho y todo lo que ha sentido.
Sentir es vivir; es expresar lo que estaba encerrado.
Sacar afuera el corazón y que disfrute de la vida, que enseñe a los que están con sed de amor, a los que aún no lo conocieron y a los que necesitan volver a creer.
Y es en esa sed que aprendemos a curar heridas, a sanar lo que se ha dañado mientras vivíamos sin un manual bajo el brazo.
Escuchando testimonios ajenos nos fuimos encontrando en esas palabras y comprendimos que somos muchos los que vivimos, pero la cantidad es menor de los que queremos llevar una hermosa vida y saludable; con genuinos deseos de amar y ser amados.
Sed de conocimiento es querer saber más, de lo que ya conocimos y lo que queremos descubrir.
Sorprendernos y alimentar el cerebro.
Porque el corazón, ya sabe de historias, de cuentos y principalmente de imaginación y sueños.
En nuestro ser conviven muchas emociones y a cada sentimiento, le damos el valor exacto para que nos haga bien.
La salud es parte de la misma sed.
Sanarnos es también la sed que necesitamos.
Conocernos a nosotros, saber realmente lo que queremos, lo que ya desechamos, lo que extrañamos y lo que anhelamos.
Conocer a quien se acerca, a quien le abrimos las puertas de la confianza.
Conocer lo que nos sucede y encontrarle la razón y el motivo.
Conocer que debemos reconocer que lo que sentimos, es prioridad; por nuestro bienestar y para poder compartirlo con las personas queridas.
Conocer es dejar la puerta mental abierta y que el corazón sea nuestro seguridad para que sólo deje entrar lo que venga para sumar.
Sed de conocimiento, hambre de amor sano!
MARIANO SANTORO