Luz, cámara y acción.
La imprescindible luz para poder vivir; para poder ser y crecer.
Esa misma luz que al prenderse nos marca algo por hacer.
Como una señal interna que nos guía y abre paso para avanzar.
La cámara es como nuestro espejo, pero sin prestar atención a mirarnos, sino que simplemente nos paramos en la vida como fuimos aprendiendo.
Sabemos que hay algo delante y que nuestro deber es hacer las cosas bien.
Una cámara que a la vez, nos deja recuerdos y los trae en esos momentos donde necesitamos encontrarnos con nuestro pasado y comprobar que hicimos lo que debimos en tiempo y forma.
La acción, es lo que realizamos.
Las tareas que salen del corazón son las que dejan huellas profundas y quedan como tatuajes en las personas allegadas.
Accionar es darnos el lujo de haber podido soñar y cumplir ese sueño.
La trayectoria de una persona no se mide por la cantidad de títulos que tenga en su pared; sino en la perseverancia de haber mantenido en el tiempo todo lo que hizo.
El curso de la vida está en constante cambio, pero nosotros no debemos cambiar nuestro camino ya elegido.
Vamos creciendo y modificando algunas costumbres; nos vamos modernizando, agregando y actualizando situaciones y todo lo que nos permita crecer.
La constancia es lo que marca el camino transitado.
Y los años pasan y son una sumatoria de experiencias en las que pasarlas, era la única respuesta a tantas preguntas inventadas y las que surgían mientras íbamos avanzando.
Algunas veces paramos para ver nuestra obra realizada y cuando comprobamos que estábamos conformes, pero sabíamos interiormente que queríamos algo más; era el comienzo de seguir aprendiendo.
Todo lo que entraba por nuestra mirada atenta, iba directo al corazón.
La mente tenía la tarea de organizar y poner las cosas en su lugar, ya que todo era parte de una historia escrita en el presente y con vistas a mucho futuro.
Y la luz sigue teniendo un brillo hermoso para continuar iluminando.
Y las cámaras se encienden porque aún hay mucho por actuar.
Acción es estar en movimiento; es caminar pasos seguros y pensando en lo que sigue; es ir edificando el mismo camino que asciende, porque el nivel que perdura es el que nos mantiene estables en la vida.
El equilibrio perfecto de todas nuestras dimensiones.
El inmenso placer de mirar hacia atrás y ver lo mucho que hemos andado y todo lo que hemos hecho por estar accionando rítmicamente.
Lo que una vez estaba detrás de una puerta que no creímos abrir, fue la misma que fue encandenando otras más hasta unirlas artísticamente.
Un programa, una canción, un libro y todo lo que nos muestre, lo que dejemos aflorar lo más íntimo de nosotros sin perder la intimidad.
Compartir sentimientos mientras realizamos lo que amamos.
Y ese es el amor que se ve, el que queda y se hace eterno.
Es esa luz que alumbra.
Y es una cámara que se prende y nos deja jugar; deja salir la personalidad que fuimos creando.
Y la vida sigue y estamos en acción.
La acción que es verbo y se llama Amar.
MARIANO SANTORO
La imprescindible luz para poder vivir; para poder ser y crecer.
Esa misma luz que al prenderse nos marca algo por hacer.
Como una señal interna que nos guía y abre paso para avanzar.
La cámara es como nuestro espejo, pero sin prestar atención a mirarnos, sino que simplemente nos paramos en la vida como fuimos aprendiendo.
Sabemos que hay algo delante y que nuestro deber es hacer las cosas bien.
Una cámara que a la vez, nos deja recuerdos y los trae en esos momentos donde necesitamos encontrarnos con nuestro pasado y comprobar que hicimos lo que debimos en tiempo y forma.
La acción, es lo que realizamos.
Las tareas que salen del corazón son las que dejan huellas profundas y quedan como tatuajes en las personas allegadas.
Accionar es darnos el lujo de haber podido soñar y cumplir ese sueño.
La trayectoria de una persona no se mide por la cantidad de títulos que tenga en su pared; sino en la perseverancia de haber mantenido en el tiempo todo lo que hizo.
El curso de la vida está en constante cambio, pero nosotros no debemos cambiar nuestro camino ya elegido.
Vamos creciendo y modificando algunas costumbres; nos vamos modernizando, agregando y actualizando situaciones y todo lo que nos permita crecer.
La constancia es lo que marca el camino transitado.
Y los años pasan y son una sumatoria de experiencias en las que pasarlas, era la única respuesta a tantas preguntas inventadas y las que surgían mientras íbamos avanzando.
Algunas veces paramos para ver nuestra obra realizada y cuando comprobamos que estábamos conformes, pero sabíamos interiormente que queríamos algo más; era el comienzo de seguir aprendiendo.
Todo lo que entraba por nuestra mirada atenta, iba directo al corazón.
La mente tenía la tarea de organizar y poner las cosas en su lugar, ya que todo era parte de una historia escrita en el presente y con vistas a mucho futuro.
Y la luz sigue teniendo un brillo hermoso para continuar iluminando.
Y las cámaras se encienden porque aún hay mucho por actuar.
Acción es estar en movimiento; es caminar pasos seguros y pensando en lo que sigue; es ir edificando el mismo camino que asciende, porque el nivel que perdura es el que nos mantiene estables en la vida.
El equilibrio perfecto de todas nuestras dimensiones.
El inmenso placer de mirar hacia atrás y ver lo mucho que hemos andado y todo lo que hemos hecho por estar accionando rítmicamente.
Lo que una vez estaba detrás de una puerta que no creímos abrir, fue la misma que fue encandenando otras más hasta unirlas artísticamente.
Un programa, una canción, un libro y todo lo que nos muestre, lo que dejemos aflorar lo más íntimo de nosotros sin perder la intimidad.
Compartir sentimientos mientras realizamos lo que amamos.
Y ese es el amor que se ve, el que queda y se hace eterno.
Es esa luz que alumbra.
Y es una cámara que se prende y nos deja jugar; deja salir la personalidad que fuimos creando.
Y la vida sigue y estamos en acción.
La acción que es verbo y se llama Amar.
MARIANO SANTORO