viernes, 28 de agosto de 2015

Aprendo

Aprendo, porque mi niño interior necesita sabiduría.
El adulto que lo protege, tiene sed y quiere seguir aprendiendo.
La vida tiene cada día algo para enseñarnos y yo estoy dispuesto a continuar.
La gratificante tarea de sentir como la blanca pureza de la inocencia nos abre puertas.
Y son esas puertas las que dan conocimiento, porque nos alejamos del miedo y le damos paso a la sorpresa.
Y la naturaleza cumple su misión, porque es nuestro corazón quien se comunicó y quiere más.
Voces que viven en nuestro ser y desean escuchar nuevas voces.
La maravillosa experiencia de ser alumno, porque cuando aprendo, soy maestro de mí mismo.
Un pizarrón que nos habla en vivo en ese fondo esperanza que tiene mucho para nosotros.
Y me siento capaz, porque aprendo de lo que me enseñan y lo comparto.
Dar a conocer el propio conocimiento es compartir.
El arte de amar y la sabia belleza de la escuela de vida. 
Y digo presente, porque la continuidad sabe sacar lo mejor de nosotros.
La perseverancia es la que se encarga de mostrarnos nuevos caminos.
Tizas blancas que le hablan a nuestro corazón, mientras el cerebro guarda la información.
Las palabras toman vida y se hacen espacio en nosotros, porque saben que tienen un lugar reservado.
La memoria juega un rol importante porque si nos mantuvimos positivos, aprendimos a diferenciar.
Y todo lo que ha quedado, es porque hemos sanado y hemos sido sabios al dejar sólo lo que nos suma.
Y sumar, nos transforma en un árbol que quiere crecer y de esa manera, aprendo.
MARIANO SANTORO