Respiro, porque me sobran motivos.
La vida es una constante celebración y siempre hay algo por lo cual estar agradecidos.
La riqueza de la inspiración que me permite crear y hacer realidad lo que se gesta en mi mente y nace y luego crece como logro.
Respiro porque aprendí a ser paciente y la calma me ayudó a saber esperar, porque cuando el corazón lo siente, llega el momento en que sucede.
La vida no se vive estando sentado, sino accionando y toda idea, puede transformarse y ser un hecho.
Siempre he sido un buen sembrador de ilusiones y muchas de ellas, nacieron de un sueño y luego, la experiencia ha hecho su trabajo.
Respiro porque es mi deber y obligación, porque toda prueba superada deja enseñanza.
Y miro el planeta en el cual vivo, en el cual no hay soledad porque aprendí a vivir conmigo mismo.
Las estrellas me rodean y me abrazan y ellas saben que son buena compañía.
Respiro y me tomo mi tiempo para disfrutar de cada inspiración.
Me siento a escribir y mis dedos toman vida por sí solos ya que están permanentemente conectados con mi ser y son los traductores de todo lo que pasa en mi interior.
Las hojas en blanco, son tan sólo una oportunidad de la vida para poder escribir nuevas historias.
Respiro, porque he sabido ganar espacios, sin ocupar el de alguien, porque la fe es la que mayor puertas abre.
Y un inmenso sol que me saluda desde lo exterior y se cruza varias veces con la luz que brilla en mí.
He sabido hacerme amigo de la naturaleza porque alimenta mi visión.
Respiro, porque estoy tranquilo y en mi descansar, mi cuerpo sabe bien lo que es el esfuerzo.
Me relajo ante los hechos concretados, porque mis pensamientos han sido tan positivos que se conectaron con el destino.
Y son deseos que se cumplen, como mis años, que me dan sabiduría.
Respiro, porque el amor es mi mayor oxígeno.
MARIANO SANTORO