jueves, 30 de marzo de 2017

Lo que late, te guía

Caminando, vas dejando tus propias huellas.
Transitando la vida, te vas cruzando con personas y a la vez, con obstáculos.
Y mientras tenemos nuestra mirada al frente, aparecen las oportunidades.
Y nuestro paso puede ser lento o acelerado; todo depende de lo que nos apasione.
El interior del ser se moviliza mucho más de lo que avanzamos.
Y la velocidad de nuestras emociones, la marca el corazón.
En cada latido, vibramos y sentimos lo que queremos con el alma.
Los altibajos, sirven para darle más valor a lo que accionamos.
Mientras los latidos se disparan y viajan de la mayor altura, hasta el ras del suelo, nos generan vida.
Es extremadamente importante hacer lo que amamos, ya que esa, es nuestra propia guía.
Y en ese mismo corazón que late, podemos alojar a las personas que amamos.
Llevarlas en nuestro núcleo, en nuestro motor y son las que nos motivan y alientan a seguir.
Ese aliento es el aire necesario para abrir nuevas puertas.
Las curvas existenciales nos ayudan a pensar nuevas alternativas.
Los picos de tensión, son para saber frenar a tiempo.
Y es en la presión de la perseverancia, cuando nos animamos a más.
Nuestro reloj interno va midiendo los latidos de paz mezclándose con la pasión de lo que deseamos.
Y es el cerebro que se conecta en un viaje sin escalas al corazón.
Y lo que nos guía, es a la vez la mirada de Dios alentándonos a seguir latiendo, a seguir viviendo.
MARIANO SANTORO