Una historia comienza cuando 2 personas se animan a compartir.
Desde un juego, un helado o simplemente, momentos que se harán inolvidables.
La belleza de pasar tiempo con quien queremos, es olvidarnos del reloj y disfrutar.
Y suele hacerse eterno cada uno de esos encuentros.
El pensar, se deja a un lado y todo lo que se vive, es parte del amor.
No hay competencia, porque ambos se dedican a compartir.
La gentileza emana de ambas partes y cada uno, intenta, prueba y hace.
Y los años forman una sumatoria de experiencias que son parte del libro de su vida.
Aunque algunos sueños hayan quedado en el baúl de los deseos, se han logrado otros a modo de sorpresa.
Y llega la instancia en que ese genuino compartir se transforma en cuidar.
Hacer lo mejor que uno pueda para que quien nos acompaña, esté bien.
La mínima acción, se potencia y se aloja en el corazón.
Los sentimientos crecieron y probablemente, tomaron otro nombre.
Las miradas han creado su propio lenguaje.
Las risas aparecen para darle un tono interesante a la cotidianeidad.
El estar, es el mejor verbo que pueden conjugar.
Y todo este inmenso juego que comenzó a una muy temprana edad, hoy los observa y se alegra.
Todo lo que ha pasado, incluso los momentos difíciles, confirmaron que la mejor manera de superarlos, es estando juntos.
Gracias por todo lo que han escrito hasta el presente y que se eternice, todo lo que han sabido compartir, porque han hecho Vida.
MARIANO SANTORO