Desde niña te han fascinado los juegos.
Y con el correr de tus aventuras, tu mente se encargó de jugar con vos.
Los pensamientos venían acompañados de malestar y algunos nubarrones.
Tu corazón, estaba muy entretenido con todo lo que le daba placer.
Pocas veces se mezclaban.
Aunque vos deseabas que haya una buena comunicación, no había amistad.
Y tus años sumaban para darte más experiencia y la diferencia, cada vez se acrecentaba.
Todo lo emocional, se había mudado a tus sentimientos que bien supieron alojarse en el corazón.
La mente pensante te ponía barreras y demás obstáculos.
Y aunque sabemos que las pruebas están para superarlas, era una tarea casi obligada.
Y nada más alejado de esos deberes que el poder disfrutar de corazón y con el alma.
Y el cuerpo ha sido testigo de todos los cambios y ha sabido ser mediador.
Y ahí fue que en el centro de tu pecho, se abrió tu luz interior para solucionar cada problema, cada inconveniente.
Se expandió tu cielo interior y comenzó a brillar todo lo positivo que vive en tu ser.
Y es en ese mismo ser, que comprendiste que todo lo demás, es parte de un todo y que cada parte, puede tener su tarea, pero sólo se logra la verdadera conexión cuando hay armonía.
La tonalidad de tu cuerpo fue mutando dándole espacio a lo que sentías.
Y expresaste sabiendo que quebrabas las puertas de toda cárcel emocional.
Descubriste estrellas que te guiaban.
Y el equilibrio, fue mucho más que una instancia del deporte y la perseverancia, fue que te enfrentaste a la misión que tenías en la vida y el camino se hizo recto.
MARIANO SANTORO