Uno conoce el verdadero sentido de la libertad al estar en una plaza.
La cantidad de cosas que uno puede hacer y si la compartimos, mucho mejor.
Jugar es la clave.
Hacer amigos y animarse a hacer todo lo que nos genere diversión.
Y trepar a los árboles, se vuelve una fascinación.
Quién es el que llega más alto, no se transforma en competencia, sino en una sana convivencia.
Nos alegra saber que ese amigo consiguió un nuevo récord.
El desafío diario de sentirnos más altos, estando arriba del árbol.
La regla que cada día crece y todo se reescribe, porque creamos las leyes.
Todos estamos de acuerdo en sentirnos bien y alegres.
Y nos ayudamos, porque sale de manera natural.
Nos preocupamos por el otro.
Somos parte del otro.
Y todo lo que le pase o nos pase, sabemos que siempre estará la ayuda correcta.
Las manos que alcanzan pelotas, globos y ese saludo cotidiano, que es parte de la sana costumbre.
Construir, es la misión que nos enfrentamos con cada encuentro.
Y eso que se eleva, se mantiene si lo cuidamos.
Porque el árbol que usamos para trepar, es parte de nuestros juegos.
Y lo que verdaderamente crece, es el árbol de la amistad.
MARIANO SANTORO