Los barrotes emocionales crecieron tanto, que por momentos, no podías ver tu horizonte.
Esa lamentable cárcel que logró encerrar parte de tus sentimientos.
Pero tu perseverancia ha sido tan poderosa que encontraste la llave para salir.
Y no era una tarea fácil.
Mucho tiempo tratando de edificar tu propio ser y tu personalidad.
Ya no había posibilidades de volver a perder.
Los fracasos y errores, son una pequeña parte de la vida humana.
Pero cuando le damos más valor a lo espiritual, quebramos las pieles hasta llegar a la esencia.
El lado izquierdo cerebral se animó a espiar e imaginar las consecuencias.
El derecho, por el momento disfrutaba de cada instante y de la belleza de renacer.
La luminosidad interior partió toda caparazón.
El corazón, lentamente latía con el ritmo adecuado.
El clima externo, se acercaba al calor corporal.
Un abrigo natural que acompañaría el cambio.
La mutación hacia la sensibilidad extrema.
Y poder expresar todo lo que durante años supo descansar en la mente.
Se abrieron las puertas del ser rumbo hacia el paraíso elegido.
La noche, guardaría los mejores secretos y deseos.
Y los días venideros, traerían la esperanza de una nueva vida.
MARIANO SANTORO