Madre hay una sola, pero sus enseñanzas, se multiplican a través de los años.
Los mensajes llegan a su debido tiempo.
Quizás algunos se hayan protegido más de lo habitual, pero saben cuál es el destino.
La madre naturaleza nos ayuda a crecer.
Y es una tarea personal darle el mejor sentido.
Encontrar nuestro camino y nuestra misión.
No debemos cumplir sueños ajenos, sino que sólo nosotros debemos animarnos a soñar.
Prestar atención a lo que sucede en derredor.
Aferrarse a lo que nos hace bien.
Las caricias necesarias que nos dan el empujoncito anhelado.
Las miradas correctas que confirman que vamos bien.
Las palabras que son escuela.
Y el amor que es nuestra mejor nación.
La incondicionalidad de la herencia sanguínea.
La compañía de su esencia.
El perfume de los sentimientos.
La vestimenta que alimenta al cuerpo.
El brillo de sus ojos, que son nuestro propio reflejo.
Qué belleza que aún pueda seguir aprendiendo de mi madre!
MARIANO SANTORO