Estoy yendo, tengan paciencia.
Me detuve un ratito a recorrer mentalmente algunos pasajes de mi vida.
Encontré fotos de mi niñez y me conecté con toda esa inocencia.
Después me di una vuelta por la infancia.
El momento clave para comenzar a sembrar mis amistades.
Y recordé las calles que pasaba diariamente y algunas de las casas y locales, siguen estando.
Cuando pasé por la adolescencia, me quedé un poco estancado en aquellos amores que no tuvieron la fortaleza de continuar.
Aunque mi deseo de amar, jamás bajó su nivel.
Y me dejé atrapar por la inmensa pasión musical, la que supo acompañar todos mis estados.
Y el mejor juego mental, llamado ajedrez, también tuvo su instante en este parate emocional.
Para hacer movidas interesantes, hay que tener sabiduría y no dejar que la ansiedad mueva por nosotros.
La luz divina siempre estuvo a mi lado y también, se hizo lugar en mi interior.
Gracias a ella, hoy puedo mirar hacia un horizonte.
La adultez me saluda para darme la bienvenida.
Y es aquí donde puedo volcar lo que he aprendido.
Y a la vez, tengo por delante un gran cuaderno con hojas en blanco.
Y sé que las escribiré con el corazón.
Y aunque algunas nubes quieran empañar mi presente.
Aún tengo fe en ese futuro que estoy viendo.
MARIANO SANTORO