Te invito a que juguemos.
Que nos sintamos niños eternos.
Que nos pongamos a contar las nubes y al llegar a 100, contamos nuestras sonrisas.
Que al mirarte, descubra que lo estás pasando realmente bien.
Contagiemos de verdad a todos los que nos miran.
Que no exista la envidia, sino que seamos los que abrimos la puerta para que todos se animen a jugar.
Vamos a embarrarnos y aunque después nos reten, sabemos que las manchas se borran, pero la alegría siempre se quedará.
Recordemos este lindo momento, porque vamos a crecer y nos ayudará en esos instantes difíciles.
Digamos todo lo que salga desde el corazón.
Hablemos con la mirada e inventemos un idioma.
Hagamos todo lo que nos haga bien y vivamos sin culpas.
Que la bella inocencia, sea nuestro vestuario.
Alejémonos de las reglas y seamos libres.
No estemos atentos al reloj, sino que contemos soles y lunas.
Corramos hasta encontrarnos.
Este es nuestro recreo eterno.
Que nos duela la panza de tanto reírnos.
Dibujemos anécdotas para decirlas cuando seamos grandes.
Y cuando llegue el mañana, también te espero para que juguemos a esto que muchos llaman Vida.
MARIANO SANTORO