Piernas cansadas de caminar sin tener un rumbo o destino marcado.
La incertidumbre nos fue llevando a la par del viento.
Y vimos altas paredes y no había fuerzas, ni ganas para treparlas.
Quizás del otro lado encontraríamos algo que nos llame la atención.
Demasiados pensamientos en una cabeza que no para nunca a descansar.
Demasiados sentimientos que no encuentran un destinatario.
Y la soledad nos envuelve en silencios eternos.
Y el amor, aún sigue creciendo y queremos encontrarle un lindo hogar.
Y nos animamos a visualizar el más acá de la vida.
Y ahí estás; ahí nos miramos por vez primera.
Cada uno repleto de historias y a la vez, queriendo escribir la propia.
No estábamos tan lejos, sino que teníamos que hacer un pequeño esfuerzo para llegar a abrazarnos.
Y era el corazón, el gran motivador.
Dimos los pasos necesarios y fuimos construyendo el puente para el milagro.
Unir experiencias y almas.
Unir el amor que tenemos deseos de dar.
Unir lágrimas y transformarlas en alegrías y emociones positivas.
Unir cicatrices y sanarlas al instante de fusionarnos.
Unir todo lo bueno que tenemos y hacernos uno.
MARIANO SANTORO