jueves, 19 de marzo de 2009

Mirando con el alma

Hay días en los que no le vemos sentido a la vida. Todo lo que nos rodea se desmorona. Nuestros proyectos se desvanecen y la esperanza es algo que pocas veces la tenemos a favor. No es una tarea fácil seguir, pero nos lo debemos. Nos obsequiaron el poder vivir y la vida es el ring que tenemos que subir a pelear día a día. No tenemos entrenamiento, nos hacemos a los golpes y los recibimos y nos cuesta aguantarlos. La confusión se hace presente y dudamos hasta de nuestros seres más cercanos. Las lágrimas contenidas durante tanto tiempo, casi congeladas, están golpeando para salir, listas a bañar nuestro rostro de angustia y tristeza. Hasta cuándo? Es una de las miles de preguntas que aparecen. Como en una ruta a contramano, donde nos bombardean preguntas que no tienen respuestas, nos vemos indefensos y desprotegidos. Niños en cuerpos adultos. Desnudos en lugares donde el amor es la ropa menos usada. La sonrisa que alguna vez tuvimos y la supimos usar, se perdió. La soledad es saber que los amigos se han alejado. Ya ni siquiera somos recuerdos de alguien. Arriba, muy arriba nuestro hay algo que no se ve, pero se siente y nos hace sentir bien. Es conocido como Dios y creador de la tierra y de nosotros mismos. Cada moretón lo siente él también. No quiere vernos mal.
De dónde sacamos las fuerzas? Acaso las tenemos? Las tuvimos alguna vez?
Es tan duro amar, hay tanto para odiar; dice la letra de una canción. Tratemos de ir a algún sitio alto, una terraza o lo que sea. Miremos el mundo, miremos con la valentía de saber que no vamos a abandonar la vida, sino a enfrentarla y disfrutarla. Hay demasiadas cosas bellas alrededor. Hagamos que valga la pena cada latido. Soñemos despiertos y despertemos a nuevas metas. Abramos las ventanas y saquemos la oscuridad que nos tapa la visión de estar bien. No estamos solos. En todo caso, somos cantidades de solitarios. Somos muchos los que llevamos mochilas imposibles de llevar. Vivir. Amar. Latir. Tengamos la habilidad de no sentir miedo. En las alturas está la paz. No perdamos el equilibrio. Seremos recompensados. Nos queda mucho por delante, aunque estemos en un precipicio. No es cuestión de saltar, sino de volar. Se puede de la mano de la fe. Volá, abrí las alas de la imaginación. El viento te guiará y te hará aterrizar cuando estés lista a ser feliz. Preparate, te vas a sorprender de todo lo que la vida te tiene guardado.
MARIANO SANTORO