lunes, 2 de marzo de 2009

Dividiendo sentimientos

Desde lo más profundo de nuestro ser, deseamos que jamás nos suceda, pero en el caso extremo de llegar al final de una pareja, llega una etapa de desgaste emocional que nos destroza. Cantidad de sueños, proyectos y una enormidad de momentos donde dejamos "la vida", se van literalmente a la mierda.
Cómo salir? Se puede salir? Mezclar y dar de nuevo, sería la opción más fría con la cual podríamos autoayudarnos. Pero nada es fácil. El haber convivido y compartido nuestro corazón, nos tira muy abajo. El querer salvar la situación sería lo más adulto que podemos hacer, pero no siempre salvando, nos salvamos nosotros.
El tenedor sos vos, el cuchillo soy yo. Lo que pensamos para ambos, debemos dividirlo; pero el plato, simboliza la vida y eso, no permitamos que nos roben.
No se llega a una separación por algo simple. Desde una discusión inocente, pasando por el dolor físico y el emocional, hasta darnos cuenta que toda la magia se ha esfumado. Tanta entrega y tiempo invertido en uno de nuestros bienes más preciado: el corazón; se aleja junto a nuestro ánimo. Comienza la era de superación y si somos personas con valores y una crianza muy especial y tan humana que nos inculcaron los padres, nos encontramos desconcertados. Vacíos y hasta casi sin rumbo.
Tengo la solución? No. Pero la FE en que de algún momento a otro la encontraremos, nos puede ayudar.
Hace algún tiempo he escrito: "No puedo ordenarle a mi corazón que no te quiera", pero cuando ese corazón ya no late con alegría, cuando las palpitaciones solo son de nervios y bronca y el rencor comienza a nacer y crece a pasos agigantados, es obligación, por nuestra salud mental: levantar la mirada, llevarnos nuestra valija de orgullos y empezar a caminar, para poder encontrar el camino que Dios nos tiene preparado. Él, no nos va a abandonar. No será un cambio o mejora repentina. Varios obstáculos son los que tendremos que atravesar, pero está en juego lo más importante: nuestra felicidad.
El diálogo, el dar la cara y tener el coraje de haber expuesto verbalmente que algo terminó, algo ha muerto, nos dejará algo menos aliviados, porque sabemos que vamos por más. Que ese largo ensayo en la búsqueda de lo que pudo haber sido "la pareja de nuestra vida", quede de la mejor manera posible. El odio estará tan cerca de nosotros, que lo sentiremos como si fuese nuestra piel, nuestra sangre.
Perder? Nunca se pierde. Primero estamos nosotros y luego todas las personas con las que deseamos que se sumen al hermoso camino de felicidad.
Olvidar? No hay receta para esa enfermedad, pero el recordar, nos debería servir para esforzarnos y decirnos a nosotros mismos: Nunca más permitiré volver a repetir este error. La confianza en nosotros y esa fortaleza que casi ni la sentimos, está bien pegada a nosotros. Miremos dentro nuestro. Cerremos los ojos, tomemos aliento, hagamos algo que nos identifique, hablemos con gente que nos quiere, dejemos que nos quieran, no sintamos vergüenza de vernos débiles, porque la debilidad nos hace ver que dentro de nosotros hay mucho y de lo bueno. Valor, fuerza, coraje; tantas palabras que sabemos su significado y que no sabemos usarlas, porque llegamos muy profundo y esa profundidad, tiene un fin. Pero no dejemos que sea el fin de nosotros. Dibujemos una sonrisa en el rostro. Tengamos la humildad de pedir ayuda y te prometo que tendremos recompensa.
MARIANO SANTORO