Renacer al amor. Eso que alguna vez soñamos, eso que vimos en tantas películas y solo pensamos que jamás saldría de una pantalla, nos puede tocar. La realidad es posible, si se tiene fe. El estado somnoliente, nos mantiene adormecidos por mucho tiempo. Le sumamos toda la información que nuestro cerebro se encarga de procesar y de empujarnos cada día al lado contrario del que deseamos ir. Nos cuenta creer que se puede. Y te aseguro que se puede. No dejar que los prejuicios sean la regla intachable, la línea que no debemos cruzar. Digamos NO a los miedos. El amor no es para temer, es para disfrutarlo. Dejarse llevar. Hacer las cosas con el corazón. Dejemos que el cerebro haga su trabajo, pero que no interfiera con los sentimientos. Si las palpitaciones aceleran, eso es un indicio que vamos por buen camino. Si vibramos y nos sentimos desmayar, casi desvanecer de emoción, eso es amor y de la mejor calidad. No hay mal cuando uno ama de verdad. Elevarnos a un nivel desconocido, como al escuchar una canción que nos traslada a los lugares que alguna vez pisamos y los recuerdos nos dan la cara y lentamente nos iluminan el rostro. Aumenta la pasión, las ganas y el deseo de tan solo hacer bien y de hacer el amor. Aunque el amor ya está hecho, solo le damos nuestro toque personal. Al igual que un plato de comida, cada uno, cada pareja, le da su toque especial, su condimento. Hacer que esa comida sea la única que comeremos. Fiel a lo que nos alimenta. Fiel a lo que a partir de ahora será nuestra comida, la que nos da vida y fuerza. El amor es adictivo y el amar a la persona que nos ama, es el postre ideal para la felicidad. La receta, se hace de a 2. El amor, se hace de a 2. Cocinemos sabiendo que estaremos satisfechos y pronto nos darán ganas de repetir. Crecer se logra de a 2. Si vemos con los ojos de quien nos ama, nos veremos a nosotros mismos y descubriremos que nuestra alma es pura y esa pureza la contagiamos. Es la cadena llamada amor, en la que día a día le agregamos un eslabón. Sumemos días, hagamos una cadena de vida entrelazando mucho más que nuestros cuerpos. Latir con el corazón de quien nos ama. Demos, regalemos y la recompensa te asombrará. Reclamá lo que la vida te tiene preparado. Ese paraíso que está reservado, que sea para 2 personas. Y esas 2 personas con la ayuda de Dios, pronto serán una sola.
MARIANO SANTORO