jueves, 30 de abril de 2009

Pasión sin límite

Conocer a alguien, por el medio que sea y nuestros sueños de a poco van haciéndose reales. Las ganas de saber más de esa persona. El interesarnos en su vida, en lo que vive, en lo que hace. Lo que tiene por metas, sueños, ideales. Conocer sus valores, su crianza. Vernos reflejados en cada palabra, en cada gesto. Vemos el crecimiento a nivel intimidad, aún sin haber tenido algo sexual. Una imagen no tan solo nos puede gustar; nos da una idea aproximada si es lo que se asemeja a lo que queremos para nuestra vida. Hacer una especie de juego donde nos miramos en un espejo y gustarnos, vernos los 2 y darnos cuenta que es nuestra pareja, que es para nosotros. Los deseos de tenerla y en todo sentido. De ser parte. De estar preparados a dar lo mejor de nosotros, a entregarnos en cuerpo y alma. La pasión mezclada con los deseos, hacen una combinación perfecta. Lo pasional es no pensar, sino disfrutar. De sacar momentáneamente nuestro cotidiano día con sus problemas y dilemas y vivir cada segundo, olvidarse del resto. Hacer de cuenta que solo hay 2 personas que se aman, que se entregan a la pasión y que los límites, solo sean una palabra que carece de sentido, ya que no hay límites al amar, cuando uno da lo mejor de sí, se entrega; hasta puede llorar, puede estallar de emoción; su cuerpo puede vibrar, sus palpitaciones aceleran el ritmo y la mirada y el tacto juegan un papel importantísimo. Mirar a quien amamos, a quien nos ama. Tocar a la persona que nos está haciendo feliz. La que no teme sentirse extremadamente pasional. La que hace y nos hace hacer cosas que nunca hicimos. Y vuelvo a usar la palabra: entrega. Eso es amar, eso es desear, eso es la pasión. Entregarnos al otro, sabiendo que recibiremos lo mismo. Un ida y vuelta de lujuria. De descubrir que nuestro cuerpo tenía sed de ser amado de una manera hasta ahora desconocida para lo rutinario que nos podría haber tocado. Somos una fuente de placer y esa persona que el destino nos ha puesto, merece llenarse de nosotros; de nuestra energía, de nuestra esencia. El placer de verla, de desnudarla con la mirada, que al oír su voz, nuestro cuerpo nos hable y esas palabras silenciosas solo se escuchan con el corazón, porque uno está amando y ejerciendo lo mejor que nos puede pasar y es el ser amado. Amar naturalmente a la intimidad absoluta.
MARIANO SANTORO