Cada luz que nos ilumina, cada toque de calor que recibimos nos fortifica, nos da ánimo.
A todos nos pasan cosas y no todas son agradables.
Recibimos maltratos hasta indiferencia.
Pero cómo llegamos a ellos?
Porqué nos dañan?
Acaso lo merecemos?
Nadie tiene que recibir estos golpes aunque no sean físicos.
Todo tiene un límite.
La envidia y el suponer está al alcance de la mano.
Creer que una persona es de tal manera por una primera impresión no es lo adecuado.
Todos tenemos días negativos.
Aunque llevemos mayoritariamente una vida rutinaria, siempre hay situaciones que nos descolocan.
Si ampliamos nuestra mirada, lo que nos da el mundo nos voltea, pero también está en nosotros desviar la vista.
Ante los problemas ajenos tenemos la chance de ser solidarios.
Pero cuando se trata de conductas humanas, de energías negativas, de vibraciones en otra frecuencia a la nuestra; alejarnos es lo correcto.
Cuánta belleza nos regala Dios cada día y no la aprovechamos?
Todo está en nosotros.
Desde tener la iniciativa a emprender proyectos o desde tener la valentía de permitirse soñar y hacer lo que el corazón nos guie.
Mirando el mar se oyen muchas cosas y no todas son palabras.
El mar o la energía misma del agua, nos transmite misterio, secretos, nos da placer sumergirnos, bañarnos, mojarnos.
Todo lo que recibimos de la naturaleza nos alimenta y da poder.
Lo natural es sano y lo sano no es algo cotidiano, por eso debemos lograr el equilibrio, ya que nuestro cuerpo es ejemplo.
Con nuestro cuerpo expresamos lo que somos.
La esencia está en este maravilloso envase y en todo lo que aún no conocemos y tiene poder; tanto, que hasta puede curar.
El cuerpo nos protege de la inmensa hermosura que llevamos dentro; cuando nos permitimos bucear en nuestro interior, cuando descubramos que el alma es lo más inviolable que poseemos y que el diálogo, el contacto físico por medio de un abrazo sincero, seremos cada día más sabios, porque damos amor.
La demanda afectiva que tiene hoy la gente es inmensa.
Y todos podemos dar.
No seamos avaros cuando se trata de hacer el bien.
Todo lo que recibamos será gratificante y no es cuestión de cantidad.
Todas nuestras faltas, todo lo que hoy sentimos ausente; llega solo.
Llegará en los tiempos que verdaderamente estemos preparados y nosotros solos no podemos calificarnos para saber si lo estamos o no; esa tarea es de Dios.
Solo Dios sabe qué, cómo y cuándo lo necesitamos.
Los milagros existen.
El amor real existe.
La felicidad interna existe.
Tenemos el ejemplo del mar, que cuando hay viento se levantan olas y pasándolo a nuestra vida, si algo nos hace sentir confusos, si algo no nos termina de cerrar; sentimos oleadas de mala energía.
Si el mar está calmo, sentimos paz, incluso podemos reflejarnos y ver lo reales que somos.
Tenemos muchas misiones en nuestra vida y descubrirlas es el gran juego que Dios quiere que juguemos.
Y te aseguro que la recompensa será inmensa.
Permitite ser feliz.
Está en vos querer serlo.
MARIANO SANTORO