martes, 10 de enero de 2012

Internamente

Sentado frente a mi imaginación, me permito ver y recordar.
Muchas imágenes pasan por delante de mis ojos y por mi mente.
De mis recuerdos salen y envuelven todo el ambiente.
Miro y veo momentos.
Veo y siento paz.
Siento y creo en que puedo ser feliz.
Veo agua, veo cerros, siento aire puro, siento tranquilidad, siento amor.
Me miro por dentro y encuentro pasados, encuentro futuros incompletos y presentes de sorpresa.
Encuentro vida y me encuentro con historias fuertes.
Veo delante un largo camino y una historia que me hace compañía; una fuerte historia de vida que me permite saber que quiero seguir viviendo y creyendo.
Siento en lo más profundo de mi ser que el creer nos fortalece; que cada uno sabe cuál es su límite y que si tiene fe, ese límite puede quedar atrás.
No hay maldad cuando hay amor.
Hay amor cuando hay deseos.
Hay deseos cuando un abrazo te lo demuestra.
El tiempo es algo que no existe cuando 2 personas están muy bien y viven en un mundo de felicidad.
Pasan las horas y los días y solo hay momentos que marcan.
Marcan un camino no recorrido.
Marcan un pasado que no hay que volver.
Marcan al corazón con deseos de latir con más ganas.
Ese Norte que todos queremos, solo se logra conociendo nuestro Sur.
Una sonrisa se instala en mi rostro y sabe que ha elegido ese lugar para vivir eternamente.
Veo que mis pensamientos siguen su ruta de sueños y se encuentran con otros nuevos.
Vuelvo a mirar todo lo que me rodea y veo amor por todos lados.
No me detengo en el ayer, sino que lo miro de reojo porque sé que me quiere decir algo, pero solo escucharé a mi corazón.
Vuelvo a concentrarme y maravillarme con lo que veo, con lo que siento.
La alegría renace en mí.
La paz, va y viene y quiero que se quede quieta y mi ansiedad se mezcla con la tranquilidad que me abraza.
Nada confunde, solo molesta por unos instantes que no logre quedarme quieto cuando ni siquiera me muevo.
Mi cabeza se mueve más que mi cuerpo.
El equilibrio ideal es lo que mi corazón sabe.
Sigo mirando y veo una inmensa luna llena; veo a mis lados y hay paz.
Quiere hacerse mi amiga inseparable.
Veo lo que quiero ver y sé lo que quiero ser.
El agua me transporta y me da energía.
La naturaleza me habla en todos sus idiomas y todas esas bellezas me dicen juntas: Amor!
Pensar, soñar, imaginar.
Todas quieren ser realidad, todas quieren vivir.
Cuando vivimos nos permitimos oportunidades.
Y no hay enojos cuando nuestros ojos miran y saben lo que tiene delante.
Y nos volveremos a encontrar en un abrazo.
Y seremos parte de los recuerdos.
Porque en esos recuerdos ya nos estamos besando.
MARIANO SANTORO