Sirenas que potencian y embellecen mi mar interior.
Fantasías que salen de mi imaginación para poder sentir el amor real que me nace para con ellas.
Todo el inmenso poder de la energía del agua, en la que ellas nadan y juegan.
Diferentes colores que le dan una tonalidad alegre a la vida, a la propia existencia.
Esa pasión natural que me envuelve en su misterio.
Del no saber a simplemente vista y experimentar al dejarme llevar.
Fluir en las mismas aguas que recorren, con rumbo fijo hacia los corazones.
Circulando y ondeando olas de felicidad.
Su alegría similar a la de los inteligentes delfines, parientes de sus propios sentimientos.
Mar que no tiene oscuridad, porque todo es aprendizaje.
Gigante espacio en el que los miedos se alejan solos al ver llegar a estas bellas sirenas.
El sol las acaricia durante el día y la luna, a modo de madre las protege por las noches.
Las mismas noches en las que me inmerso en sueños profundos.
Profundo como el mar, profundo como mis emociones, profundo como el amor que doy y deseo recibir.
Disfruto de la luz que emanan, la que me da un brillo especial.
Sus miradas llegan a lugares que sólo se puede acceder a través del alma.
Mar lleno de secretos y con baúles llenos de historia.
Cofres en los que el mayor tesoro, además de haberlos encontrado, es la propia satisfacción del instante de saber que hay mucho para nosotros.
Investigar surge cuando uno tiene sed de vida, de crecimiento personal.
Y ese camino, esta vez no en tierra firme, sino en agua transparente, es en donde puedo verlas a mis bellas sirenas.
Las que quieren acompañrme y unirnos en un eterno romanticismo, con algo de fantasía, pero con mucho de pura verdad.
Disfruto de la luz que emanan, la que me da un brillo especial.
Sus miradas llegan a lugares que sólo se puede acceder a través del alma.
Mar lleno de secretos y con baúles llenos de historia.
Cofres en los que el mayor tesoro, además de haberlos encontrado, es la propia satisfacción del instante de saber que hay mucho para nosotros.
Investigar surge cuando uno tiene sed de vida, de crecimiento personal.
Y ese camino, esta vez no en tierra firme, sino en agua transparente, es en donde puedo verlas a mis bellas sirenas.
Las que quieren acompañrme y unirnos en un eterno romanticismo, con algo de fantasía, pero con mucho de pura verdad.
MARIANO SANTORO