Bienvenida la Navidad que nos da la gran y maravillosa oportunidad de poder renacer.
Es regresar a nuestra esencia.
El mágico nacimiento de ser quien queremos ser.
Nacemos para encontrarnos a nosotros mismos y para encontrar un sentido de vida.
Es como regresar al núcleo de lo que fuimos creados para recuperar la mayor fortaleza del amor y poder darla en gratuidad.
Cada instante es para disfrutarlo de la mejor manera.
Y cada estrella que nace a través de nuestro ser, brilla en nombre del amor.
Transmitimos una luz de vida, porque la Navidad vive en nosotros y la emanamos.
Estamos llenos de la energía que asombra y contagia, la de la sana costumbre de hacer el bien y ser solidarios.
Empatizamos con la vida porque somos agradecidos.
Somos como los bellos árboles que crecen con el cariño de la energía agua y el calor cariñoso del sol.
Nos agrada adornar nuestra vida mientras crecemos en todos los sentimos y nos llenamos de buenos sentimientos.
Expresamos buenas emociones y nos alimentamos con el amor natural.
La Navidad nos permite relucir y abrazarnos a la vida.
Navidad es saludar a todas las personas que nos rodean y de las cuales nos atrevemos a sentir cosas especiales hacia cada una.
La Navidad es dar un paso hacia nuestra meta y deseos, mientras vamos dejando el pasado para darnos un hermoso futuro.
Y el presente es el mayor regalo que un niño puede recibir y el que vive en nosotros, sabe agradecer.
Adornarnos es valorarnos.
Y por sobre todas las cosas que podamos llegar a realizar, siempre somos conscientes de que la mayor estrella que está bien arriba, siempre guiará nuestro camino.
MARIANO SANTORO