Rastros invisibles que perduran a través del tiempo.
Rastros emocionales que han sabido hacer algunas modificaciones.
Rastros de algo que nunca sucedió, pero la mente pudo fabricarlos.
Rastros de sentimientos que pueden confundir al más enamorado.
Rastros de una persona que estuvo instantes y que el destino no dejó que se quede.
Rastros de situaciones infantiles donde la infancia, jugaba al amor.
Pequeños momentos que uno los ha hecho enormes para darle sentido a la anécdota.
Regalos que se recibieron como algo habitual y había mucho mensaje en ellos.
La codificación de todo lo que se ha dicho, no alcanzó para ser comprendido.
Una flor de papel lleva consigo más cariño del que se puede dar con una flor comprada.
El arte juega un rol en las relaciones humanas.
La creatividad, hace que no exista la rutina.
Pero en este caso no hubo de ninguna clase, porque los alumnos faltaron a la clase donde se hablaba de 2 lindas personas con ganas de hacerse una sola.
Él, quería encontrarse a través de ella y ella, se estaba perdiendo la vida.
Elegir camino erróneos no es igual que rechazar a una persona sin decir una palabra.
Los silencios fueron el lengüaje cotidiano en esta historia que duró un poco más que un sueño.
Y había llegado el día en que era hora de despertarse de ese sueño y ver lo que realmente era realidad.
Rastros que se extrañan por no dejar buenos testimonios palpables.
Y este coleccionista, sólo puede conformarse con una historia que jamás fue escrita.
MARIANO SANTORO