lunes, 21 de diciembre de 2015

Reflejo

La vida, para muchas personas, sería más sencilla si se atrevieran a observar su reflejo.
Lo que ha vivido cada uno ha sabido dejar malas marcas y huellas que se transformaron en cicatrices.
Mirar lo que sucede alrededor y ver toda esa realidad que creemos que cada día es más real.
No existe mayor ficción que la que dejamos creer que es verdad.
Y cuando ese reflejo va tomando la transparencia adecuada, se va modificando lo que vemos.
Nuestra mirada se focaliza más y confirmamos que no se trata de una nueva realidad, sino que es la misma que antes no nos atrevíamos a ver, por diversos motivos como fobia o miedos que manteníamos de tiempos remotos.
Y cuando nos animamos a tomar el control de nuestra vida, somos nosotros mismos los que reflejamos algo fascinante.
Incluso en espejo en el cual nos miramos, le prestamos más atención, porque vemos otras cosas.
La mirada es más profunda y llega más lejos.
Esa distancia que se abre, es como el destino lleno de oportunidades.
Se amplía nuestra visión e incluso las expectativas.
El reflejo de lo que alguna vez quisimos ser hoy se hace visible.
La claridad del amanecer también la disfrutamos desde otra perspectiva.
Todo que transcurre es especial, porque tomamos la decisión correcta de dar ese paso tan necesario para el cambio.
Y todo el cuerpo se va acoplando a esa nueva manera de observar y prestar atención.
Vamos generando algo especial que se adapta fácilmente porque es para progresar.
Y quedarán espejos rotos con diferentes partes de un pasado que ya no regresarán.
Lo que más importa es el espejo en el que nos reflejamos y nos damos más valor mediante la autoestima.
Mi reflejo es que se expresa con mis propias acciones y formas de observar la vida, desde la visión positiva.
MARIANO SANTORO