Lo crucial en la existencia de una persona es disfrutar de el poder de la vida.
Darnos cuenta y comprender que desde la más absoluta fragilidad puedo nacer algo que con el tiempo y la perseverancia, se transformará en poderoso.
Cuando desde el minuto uno, confirmamos que expresándonos con amor, obtenemos lo que anhela el alma.
Y mientras crecemos, nos llenamos de satsifacción natural.
La pureza de nuestros actos, serán parte de lo que aprendimos desde la concepción.
En nuestro núcleo, en su más íntima profundidad, hay secretos que verán la luz cuando estemos preparados.
Secretos que ayudan y guían, que marcan un rumbo y a la vez, nos dicen por dónde no ir.
La sabidura de la vida que tiene sus propios tiempos, alejados de la ansiedad y amigos de la paciencia.
Tiempos que no se basan en relojes, sino en generador de recuerdos.
Pensamientos y acciones positivas que nos dan el empuje necesario para avanzar.
Y para poder elevar la mirada y maravillarnos con nuestro cielo, con nuestra divinidad.
El poder de la vida puede estar en nuestras manos, si las mismas son solidarias.
Creyendo en el poder de la vida, crecemos interiormente.
Nuestra humildad toma poder cuando nos permitimos estar en el lugar ajeno y observar lo que sucede y lo que nos pasa a nosotros.
Los valores toman fuerza, porque cada semilla que ha sido sembrada en nuestra niñez, hoy ya es adulta en sus decisiones.
Manos que saludan, que ayudan y se abren para quien lo necesite.
Y una mente que sienta cada acto, mientras el corazón se alegra de pensar en lo que realizará.
Un cuerpo cubierto de piel; sensible a los abrazos sanadores.
El poder de la vida llega para ser valorado cuando le ponemos un sentido a todo lo que vamos a vivir, mientras disfrutamos del regalo que tenemos en este instante.
MARIANO SANTORO