Hola, hoy quiero hablarte porque creo que tengo mucho para decirte.
En primer lugar, agradecerte el hecho que me hayas hecho la mejor compañía hasta llegar a este presente.
El estar a mi lado y en todo mi ser, me ha hecho poder permitirme varias cosas en todo el trayecto.
Un viaje que no siempre ha sido agradable, pero vos fuiste de una inmensa ayuda.
Esa sonrisa eterna que supo dar el mensaje a todo aquél que pase por situaciones adversas.
Esa pícara mirada que aprendió a observar sólo lo mejor de la vida.
Toda esa tierna inocencia se ha cruzado con el mundo real y nunca dejaste de serlo, sino que también aprendiste que la sinceridad, era uno de los pilares.
Valorar la vida, es valorar los instantes y todo el tesoro escondido que tiene cada ser humano.
El ser niño, tiene las 2 partes más importantes: Ser, con toda la divinidad de la existencia y el Niño, que le da sentido a la experiencia.
Jugar ha sido casi una ley, porque en todo lo que has hecho, siempre le diste ese toque tan personal con el humor necesario para hacer reír a quien lo precisaba.
Y el contacto también ha sido uno de tus sellos.
Las huellas que han dejado tus abrazos, son la mejor manera de haberles dicho que siempre estabas.
Tus incansables pies han recorrido el empedrado de muchos lugares enseñándote los códigos de la mejor escuela.
Un cuerpo que creció y en el interior, sólo guardó la belleza que lograba ver.
Esa cuidada selección para elegir lo que realmente sirve.
Una mente que se usa como un gran baúl de recuerdos.
Y en esa misma cabeza, proteger las emociones que fluyen solas sabiendo cuál es su destino.
Desde el hombre que soy, le hablo al niño que vive en mí.
Y hoy, no sólo merecés un feliz día, sino que te confirmo que es mi turno de protegerte.
MARIANO SANTORO