Mi cuerpo necesitaba reconectarse con la divinidad.
Un viaje místico para fortalecer el diálogo entre mi alma y mi yo superior.
Desde mi existencia, rumbo a la experiencia más emocional que pueda tener.
Mi ser en carne viva, para sentir la fuerza poderosa del amor de la creación.
Y desde la arquitectura de mi vida; edificando mi propio futuro.
Unas bases bien sólidas de valores, respeto y dignidad, con la guía de mi autoestima.
Y la fe que acompaña cada paso, cada situación que me toca vivir.
Desde mi presente humano, hacia un horizonte perfecto.
Y es el amor por mí mismo el que me obsequia esta oportunidad.
Una gran valija que se llena de sentimientos para ser instalados en mi memoria.
Y los recuerdos que llegan para sumarse y potenciar la conexión.
La simetría se equilibra con lo celestial.
Y nuevos colores le dan sentido a la armonía de mi ser.
La iluminación interna marca mi nuevo camino hacia todo lo que me rodea.
Un diálogo entre mi niño interior con el mundo espiritual.
Palabras que sólo se expresan con gestos de humildad.
Sentirme pequeño ante la inmensidad divina, me abre la puerta del crecimiento verdadero.
Y al mirarme por dentro, se refleja el amor que tengo para dar.
El viaje emocional se manifiesta y la esperanza extiende sus brazos para protegerme.
MARIANO SANTORO