Una de las bellas tareas del ser humano, es cuando sale desde su mundo privado y se abre hacia lo infinito del destino.
Animarnos a salir y encontrar todas las oportunidades posibles.
Y en todo ese transitar, cruzarnos misteriosamente con alguien que puede llegar a ser muy importante en nuestra vida.
Las emociones toman un nuevo valor ya que se animan a potenciarse y disfrutar de cada instante.
La vulnerabilidad se hace presente cuando se trata de expresar nuestras emociones.
Y llegado el momento de la confianza, dejamos fluir lo mejor de nosotros.
Contar de modo anecdótico, algunas partes de nuestra vida para que nos conozcan.
Y a la vez, dejamos entrar a esas personas que nuestro corazón les brinda una cálida bienvenida.
Los deseos carnales se amigan con los deseos del alma.
Porque somos parte de un todo y todo lo que somos, está al alcance de esa nueva persona.
Los pensamientos marcan una velocidad que es difícil de seguir y ordenar.
Todo nuestro ser viaja a lugares mentales y es ahí en que lo que decimos, tiene un peso relevante.
Y llega el momento en que nuestras ganas quieren hacerse presente y salir a jugar.
Las palabras se hacen a un lado, aunque quedan los más íntimos susurros.
Y es ahí donde comenzamos a desnudar el cuerpo y la mente.
Encontrarnos en la pasión de la conexión verdadera.
La entrega sin límites que abre espacios y nos ayuda a crecer.
Es cuando nos fusionamos y creamos paraísos para vivir los instantes más importantes de nuestro futuro.
Ha llegado el momento de quedar desnudos de piel y cubrirnos con nuestros sentimientos.
MARIANO SANTORO