Buceando tu interior, lograste encontrar la anhelada paz.
Ese viaje introspectivo para discernir cada pensamiento.
Una oleada de palabras silenciosas te fue dando las respuestas a aquéllas preguntas externas.
La profundidad del ser nos ayuda a potenciar la fe para poder salir de lo interno.
Un fondo tan hondo que tiene su propia sabiduría.
El exterior que nos rodea, es sólo escenografía que se modifica según nuestro ánimo.
Sólo se logra salir cuando se está adentro y es adentro donde conocemos las limitaciones y aumenta la fe.
Ese centro de las entrañas donde se conoce el dolor intenso y donde se aprende a ser paciente.
Y el corazón se dedica a latir dando señales de vida.
Los afectos regresan para observar la situación que se adelanta al futuro.
Una proyección de emotividad en la orilla de nuestro desierto personal.
Lo superficial se acerca a nuestra piel para derretir prejuicios.
Los intramuros se abren dando paso al destino secreto.
La conexión espiritual ya es directa y vive en el presente.
La sensibilidad se fortalece porque ya no hay temor de mostrarnos en esencia.
Y hay un alma que nos habla.
Y hay un camino por delante.
Y hay sentimientos que se eternizan.
Porque interior-mente, está el poder divino que nos guía.
MARIANO SANTORO