Desde la inmortalidad del amor, nos hemos permitido encontrar en un dulce beso.
Una señal infinita en que la conexión nos confirma que estamos en lo correcto.
Una relación que no tiene nada de ficción y tiene mucho de ilusión.
Una fábula que nos animamos a hacer realidad.
Un cuento lleno de imaginación que nos motiva en el día a día.
Piel real en un mundo de mentira.
Unión verdadera que sana ante la primera impresión.
Una visión de lo que se puede cumplir si uno persevera.
Una novela que se escribe en lo cotidiano.
Un presente que sueña con un futuro de fascinación.
Sed interminable que nos da fuerza para continuar y saber ceder.
Un compartir que perdura porque todo dura mientras el amor crece.
Sueños que nacieron de caprichos inocentes.
Y se hicieron constantes en cada amanecer.
La noche ha sabido tener sus antojos y en ellos, estaban las ganas de vernos.
Pretender quererte se hizo permanente.
Y en la misma fe, supe que no era una alucinación.
En mi desierto personal, fuiste el espejismo que se hizo real.
Y hoy es mi ideal, saber que siempre serás mi fantasía eterna.
MARIANO SANTORO