Muchas veces has escuchado palabras que contenían mentiras.
Caricias ficticias que no acompañaban, sino que te alejaban más.
Cerraste tus párpados con la esperanza de sentir el lenguaje del cuerpo.
Y rechazaste lo que tanto anhelaste.
La paciencia te ayudó a pasar algunos momentos duros.
Y la dureza del corazón, también se hizo presente.
Lágrimas que ya no cabían en cajitas de cristal.
La inocencia tropezó con la madurez y siguió camino.
Las situaciones te fueron atropellando.
Y no hubo tiempo de mirar a los que te han hecho mal.
En una persona que ha sufrido, a veces ya no hay espacio para más daño.
Y lo que ilusamente creíste poco, se potenció.
Y tu mirada se transformó en verdadera.
Tu visión por lo que sucedía en tiempo real, supo borrar la ficción que te querían vender.
Ya no ibas a comprar espejitos de colores.
Porque los colores renacieron en vos y en todo tu ser.
Te diste la oportunidad de observar el interior y encontraste más verdades.
Tus manos se extendieron porque entendieron que ayudando, te ayudabas a vos misma.
Y tus ojos brillaron y sin pronunciar palabra, pudieron decir gracias.
MARIANO SANTORO