domingo, 9 de septiembre de 2018

Sombras

Hubo épocas en las que salía a la calle a buscarte.
Caminaba sin rumbo sin darme cuenta que así estaba mi corazón.
La aceleración de emociones había llegado a su extremo y todo era confuso.
Algo me decía que te iba a encontrar, que mire, que observe, que vea.
Pero los sentimientos estaban ciegos.
Anhelaba estar en compañía y que me quieran.
Pero de a poco me fui dando cuenta que esa era una tarea personal.
Yo tenía que ser mi mejor compañía y tenía que aumentar mi autoestima.
La oscuridad me enseñó lo que son los miedos, aunque ya no los tengo.
Y en aquéllos pequeños momentos nocturnos, me alegraba cuando veía una pequeña luz.
Me paraba en cada sombra para mirar tu rostro.
Y encontraba caras cansadas, casi sin esperanzas.
Y en el laberinto de la noche, todos querían encontrar la salida.
Y tiempo más tarde comprendí que la respuesta era hacia adentro.
La única vez que tenemos que levantar la vista, es hacia el cielo para agradecer.
Aunque le podría sumar una más, que es la de focalizar nuestro horizonte.
Sombras, sí, las he conocido.
Quería cruzarte y abrazarte y no lo conseguí.
Pero me sirvió para crecer y aprender a soltar lo que no es para uno, aunque eso deja una sabia enseñanza, que la prioridad es la de amarse a uno mismo.
MARIANO SANTORO