Hemos sido solitarios llenos de decepciones.
Fuimos acumulando lágrimas, hasta que aprendimos a canalizarlas.
Viajamos por diferentes estaciones con la esperanza de ver algo nuevo.
Los pensamientos se tomaron su propio tiempo para las próximas decisiones a tomar.
La resignación quería invadir el espacio que nos pertenecía.
Y las calles abandonadas, fueron las que mejor compañía nos hicieron.
El invierno ha sido tan frío que nos abrazamos a los recuerdos ya añejos.
La primavera sirvió para florecer nuevos sueños.
El calor intenso del verano, nos traía amores pasajeros de un tren sin rumbo estable.
Y nos tocaba enfrentar al otoño, con el verde esperanza descolorido, pero con ganas reales de armar una historia.
Algunos poemas en pequeños papeles, adornaban lugares de nuestros hogares.
La vida nos ponía un gran rompecabezas y como sobraba tiempo, comenzamos a unir las piezas.
Y el destino nos tenía preparada la sorpresa que en ese entretenido juego, juntábamos lo más preciado de nuestro ser.
Los sentimientos ya tenían su propio lenguaje.
Y nos animamos a transitar por nuevas calles, llenando las veredas con la personalidad fortalecida.
La temperatura del corazón, supo prepararse para los mimos venideros.
No había nadie para extrañar, porque vaciamos lo que tenía vencimiento y nos costaba reconocer.
Llenos de deseos, nos encontramos en un beso y de inmediato supe que quería caminar con vos.
Ya no soy el que fui ni el que quise ser; hoy estoy feliz de poder decir que en este hermoso presente, somos, en plural, como el amor.
MARIANO SANTORO