En la matemática de la vida, la trilogía perfecta es la familia.
Desde la unión de una pareja, soñando y proyectando construir mucho más que un futuro.
La esperanza de traer a alguien al mundo y sentirse orgullosos.
Dos corazones que piensan, dentro de una mente que siente y se multiplica.
Pensamientos y deseos, en una extensión de imágenes positivas.
Y todo viaje tiene algunos inconvenientes, pero con la fortaleza del amor, todo se verá más fácil.
Creer que es posible y hacerlo hasta conseguirlo.
Y ver el fruto que crece y forma su propia personalidad.
La alegría que aumenta y salir a pasear para compartir experiencias.
Alimentarse de lo que entra por la vista ya que eso será sabiduría genuina.
Aferrarse a los instantes de felicidad y protegerlos como el tesoro más valioso.
Sonreírle a los cambios, porque traerán alternativas.
Mudarse de piel y de calles, pero mantener la esencia.
Sorprenderse con lo que la memoria nos permite recordar.
Nuestra película tiene varios capítulos y mientras nos animemos a ser protagonistas, la satisfacción será gigante.
El tamaño de nuestra fe nos ayudará a escribir bellas historias.
Abriremos puertas de oportunidades y tendremos hojas en blanco para jugar con nuestra pasión.
Melodías que hacen la canción que Dios quiere escuchar.
Sumar, para amar.
MARIANO SANTORO
