Me siento orgulloso de haber sido parte de la mejor historia que conocí.
Una buena persona y el mejor personaje.
Heredar mucho más que la sangre y personalidad.
Decenas de horas escuchando anécdotas y admirando al contador.
Histórico protagonista de la noche Porteña.
Eslabones de valores en quien me imaginó y me dio luz.
Antes de nacer, ya estaba en su mente y luego, pasé a ocupar un lugar privilegiado en su corazón.
En el Pergamino de la vida estaba marcado un comienzo especial.
Un planeta hablaba de guerra, mientras una pareja traía al mundo a un ser de Paz.
Fechas para recordar y celebrar; feriados personales en modo homenaje.
Diseñando cada día y creando un modo de darle sentido.
La sonrisa siempre dispuesta a quien respete su amistad.
Los títulos, sólo para enmarcar lo que tenía por contar.
La nobleza de se alma, generando risas y calma.
Manos especialistas en dibujar y ayudar.
Las caricias y mimos, en su particular hablar.
Amar, cada empedrado por caminar.
Calles en barrios al azar, donde nada es juego, sino pasión.
Las huellas eternas que son las que forman mi existencia.
MARIANO SANTORO