El Otoño nos ayudó a soltar todo lo que estaba colgando.
El Invierno, se terminó de congelar lo que no tenía futuro.
Y nos encontramos sin buscarnos.
Las miradas se comunicaron al instante.
Aparentemente, tenían mucho por decir y por sentir.
Nos abrigamos en el amor que tan bien supimos conseguir.
Renovamos recuerdos al fabricar los propios.
Historias por aprender en modo compartir.
Observamos lo que nos rodeaba y le pusimos el toque personal.
Nos fusionamos, porque creemos que al unirnos, ya multiplicamos los deseos.
Y tenemos mucho por delante, porque al mirarnos está esa otra persona que comenzamos a amar.
Nos estamos animando a dejar salir palabras que alguna vez temimos.
Nos liberamos de prejuicios sin ningún sacrificio.
Cuando hay cariño genuino, uno sabe muy bien lo que tiene que modificar.
Compramos un lindo cuaderno en el que empezamos a escribir la mejor de las historias.
Nos creemos porque nos leemos en el cuerpo.
La piel habla y necesita de la conexión que se está gestando.
Alejados de las ficciones y siendo reales.
Los ojos tienen brillos de vida y eso es lo que nos motiva.
MARIANO SANTORO
